La Plaza Mayor nunca había vibrado de esa manera. El suelo teñido de rosa, los balcones como palcos y un murmullo expectante que anunciaba algo histórico: Carolina Herrera eligió Madrid para presentar su colección primavera/verano 2026, un gesto tan simbólico como emocionante.
Bajo la dirección de Wes Gordon, la firma se atrevió a trasladar su universo más allá de Nueva York y lo hizo con una puesta en escena que celebró la fuerza del color, la teatralidad de los volúmenes y la intensidad de la ciudad anfitriona.
¿Qué tendencias vimos en la colección de Carolina Herrera SS26?
El desfile fue un abanico de gestos visuales contundentes: flores majestuosas, volantes monumentales, siluetas redondeadas, encajes gráficos, lunares reinterpretados y, por supuesto, la eterna camisa blanca.
Más que una suma de elementos, se trató de un lenguaje escénico que celebró lo exuberante con la misma naturalidad con la que otros apuestan por lo minimalista. Herrera aquí propuso moda que respira, ocupa espacio y genera memoria.

¿Por qué los estampados de flores XXL se volvieron protagonistas en Carolina Herrera?
Las flores no fueron un detalle ornamental, sino auténticas esculturas textiles. Bordados en relieve, pétalos tridimensionales y colores vibrantes —del rojo encendido al púrpura intenso— convirtieron las prendas en jardines en movimiento. El resultado: una visión botánica que dejó atrás la idea de fragilidad para abrazar lo majestuoso, lo imponente y lo inolvidable.

¿Qué hay de la clásica camisa blanca reinventada en esta colección SS26?
Icono absoluto del universo Herrera, la camisa blanca volvió, pero jamás igual. Se presentó en clave oversize, con mangas teatrales, transformada en vestido o combinada con pantalones y faldas que desterraron su formalidad corporativa. Esta temporada, la camisa blanca fue símbolo de versatilidad y audacia, demostrando que lo esencial puede reinventarse infinitamente sin perder elegancia.

¿Cómo se reinterpretó el encaje esta temporada?
El encaje, tradicionalmente romántico, se transformó en una declaración de modernidad. Vibró en lilas, rojos, blancos y negros, con ondas geométricas que daban la sensación de movimiento propio. Aquí la transparencia fue estructura, y el tejido histórico, herramienta de vanguardia. Una lección de cómo lo clásico puede convertirse en arquitectura contemporánea.

¿De qué manera los lunares se transformaron en símbolo para Carolina Herrera?
Eternos en el folclore español, los lunares viajaron a la pasarela de Herrera en versión cosmopolita. Vestidos columna en blanco y negro demostraron que este estampado puede trascender su raíz cultural y convertirse en un signo de sofisticación global. Un homenaje a la tradición reinterpretado para el presente.

¿Qué colores predominaron en la pasarela madrileña?
El lila y el amarillo cempasúchil marcaron el pulso cromático, en contraste vibrante con negros, blancos y rojos intensos. Una paleta que no solo evocó la energía de la primavera, sino también la vitalidad de Madrid: cálida, apasionada y magnética.
¿Cómo dialogó Madrid con la colección de Carolina Herrera?
La Plaza Mayor no fue solo escenario: fue coprotagonista. Desde el clavel como emblema madrileño hasta la ovación final que recorrió sus calles, la ciudad se integró en la narrativa del desfile. Herrera devolvió a Madrid su energía con color, volumen y celebración, convirtiendo el show en una postal que quedará marcada en la memoria colectiva.
Carolina Herrera SS26 no fue un simple desfile, sino un diálogo entre moda y ciudad. Una noche en la que el romanticismo encendido, la frescura y la monumentalidad se dieron la mano en pleno corazón de la capital española.