En París, la oscuridad aprendió a bailar. Daniel Roseberry eligió el Centro Pompidou como escenario para presentar Dancer in the Dark, la colección Primavera/Verano 2026 de Schiaparelli, y el resultado fue un desfile que se movió entre el arte y la emoción pura.
Más que una pasarela, fue un museo vivo: vestidos columna en negro, blanco hueso y carmesí que parecían esculpidos en mármol, gasas que flotaban como sombras ligeras, y accesorios que jugaban con la memoria colectiva —relojes derretidos, corazones luminosos, candados transformados en bolsos de ensueño—. La tensión entre rigor y surrealismo se convirtió en el verdadero espectáculo.

¿Qué significa Dancer in the Dark para Schiaparelli SS26?
Daniel Roseberry convirtió el brutalismo del Centro Pompidou en un escenario de pura emoción. Dancer in the Dark no fue solo un título poético, sino una declaración de intenciones: la moda como un acto museístico, donde cada pieza es más que ropa, es una experiencia.
Un desfile que se mira como una obra de arte y se siente como un viaje interior.

¿Qué tendencias se revelaron en la pasarela?
El ‘hard chic’ fue la base: trajes de hombros limpios, vestidos columna sin ornamentos excesivos y siluetas controladas que hablaban de rigor y disciplina. Pero Roseberry nunca se queda solo en la sobriedad.
La fluidez apareció con gasas negras que parecían humo en movimiento, tejidos con trampantojo que desafiaban la mirada y detalles luminosos que brillaban en la oscuridad. Una tensión calculada entre rigidez y deseo, minimalismo y surrealismo.

¿Cómo se definió la paleta de color de la colección SS26?
El negro dominó la escena como un símbolo de misterio y poder, contrastado por el blanco hueso —puro, escultórico— y un rojo carmesí que encendía la pasarela. Tres colores, infinitas posibilidades. Esta restricción cromática permitió que cada prenda hablara con fuerza y claridad, uniendo la colección bajo un lenguaje común: intensidad.


¿Qué papel jugaron los accesorios en Schiaparelli SS26?
Los accesorios fueron esculturas en movimiento. Bolsos que parecían candados suaves, derretidos como un reloj de Dalí; zapatos diseñados como si fueran bocetos arrancados del cuaderno de Roseberry; broches dorados que imitaban piedras incandescentes y tocados que evocaban los huevos lacados de Elsa Schiaparelli. No son complementos, son declaraciones surrealistas.

¿Quién se sentó en el front row de Schiaparelli?
La crème de la crème internacional: Rosalía, Ester Expósito, Kylie Jenner y Marisa Berenson ocuparon los asientos de honor. Su presencia no solo aportó brillo mediático, sino que reforzó la idea de que Schiaparelli es uno de los shows más esperados de París. Porque asistir a un desfile de la maison ya no es ver ropa: es presenciar cultura.

¿Moda o museo?
Ambos. Roseberry diseñó una colección que cruzó las fronteras entre lo portátil y lo contemplativo. Cada prenda fue pensada para impactar primero y enamorar después, como esas obras de museo que te atrapan a distancia y revelan sus secretos solo cuando te acercas. Schiaparelli SS26 confirmó que la moda, cuando es ambiciosa, no distrae: inspira.
En el Pompidou, Daniel Roseberry no solo vistió a las modelos. Vistió a la emoción misma. Schiaparelli SS26 fue un baile en la oscuridad donde la disciplina y el deseo aprendieron a girar al mismo compás.