La nueva sastrería Schiaparelli es un equilibrio perfecto entre exceso y medida, entre fantasía y funcionalidad. Bajo la visión de Daniel Roseberry, cada traje se convierte en una extensión del cuerpo, en una escultura que habla de fuerza, libertad y sofisticación.
Desde los hombros marcados hasta las cinturas ceñidas y los pantalones de corte bota, la colección Lone Star redefine lo que significa vestir un traje: ya no es solo protocolo o formalidad, sino un acto de audacia, una declaración de estilo y un juego de proporciones que celebra la feminidad contemporánea.
¿Cómo fusiona Roseberry la tradición parisina con el espíritu del Oeste en Schiaparelli?
El diseñador tejano instalado en Place Vendôme trae consigo un diálogo inesperado: la sofisticación parisina se encuentra con el espíritu rebelde del Oeste. Chaquetas con hombros exagerados, cinturas ceñidas con hebillas doradas y pantalones de corte bota redefinen la silueta de la mujer Schiaparelli. Es un juego de proporciones que mezcla rigor y libertad, arquitectura y fantasía.
¿Qué aporta la RTW (ready-to-wear) de Schiaparelli a la fantasía surrealista?
Si la Alta Costura hace que sueñes con volúmenes imposibles, bustiers de oro y vestidos de chips electrónicos, la línea prêt-à-porter traduce esa energía a la vida real. La fantasía se siente en cada pinza, en cada cintura ceñida, en la precisión de un corte que esconde teatralidad sin ser dramático.
Roseberry demuestra que un traje puede ser poderoso y cotidiano al mismo tiempo—perfecto para la mujer que quiere imponerse sin perder estilo.
¿Por qué el traje Schiaparelli ya no es solo formalidad?
En esta era post-minimalista, donde otras casas reinterpretan el traje con sobriedad, Schiaparelli apuesta por lo emocional y escultórico. Cada pieza habla, se mueve y tiene presencia. Aquí, la sastrería no constriñe, sino que libera: transforma el cuerpo en arquitectura humana, donde exceso y detalle conviven en armonía.
¿Dónde puedes encontrar esta nueva visión del tailoring?
Las piezas de Lone Star ya se lucen en los Salons Schiaparelli de Place Vendôme y en espacios icónicos como Harrods, Bergdorf Goodman, Neiman Marcus o Mandarin Oriental Dubai Jumeirah. Cada chaqueta, pantalón o vestido es un manifiesto de diseño—casi silencioso, pero imposible de ignorar.
Schiaparelli sigue siendo teatro, surrealismo y lujo, pero ahora con un gesto más moderno: el traje femenino ya no solo se lleva, se habita. Cada pieza es un himno a la mujer que se atreve a ser más, a jugar con sus proporciones, y a convertir su cuerpo en arte.
