miércoles, noviembre 12, 2025
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    Cottagecore: El romanticismo rural que redefine la elegancia contemporánea

    Entre campos, encaje y nostalgia: así se siente el nuevo lujo slow.

    ¿Y si el lujo ahora fuera vivir despacio? El cottagecore no es solo una estética: es una fantasía compartida. Una vida rodeada de naturaleza, vestidos vaporosos, tazas de porcelana y tardes sin prisa. En un mundo dominado por la inmediatez y el ruido digital, este movimiento propone un respiro visual y emocional. Una especie de refugio bucólico que nos recuerda la belleza de lo simple, lo artesanal y lo imperfecto.

    Como un suspiro de nostalgia en pleno siglo XXI, el cottagecore combina la calidez de las casas de campo con un imaginario romántico que hoy conquista tanto las redes sociales como las pasarelas.

    ¿Por qué todos queremos vestir como si viviéramos en algún campo de Escocia?

    Nada evoca mejor el otoño que un pañuelo a la cabeza, un Barbour y unas botas de agua hundiéndose en el barro de Escocia. Y aunque parezca una escena de The Crown, la inspiración real (literalmente) ha aterrizado en la moda. Isabel II (con su armario práctico y atemporal) se ha convertido, sin pretenderlo, en musa de una generación que busca autenticidad.

    Las pasarelas han recogido la señal: el layering de Rabanne o las siluetas desestructuradas de Sacai reinterpretan ese aire campestre con una mirada moderna. Lo tradicional se vuelve cool, lo rústico se transforma en sofisticado. ¿La pieza fetiche? Una falda de cuadros, mejor aún si es tartán.

    ¿Cómo es el estilo Cottagecore en 2025?

    Más que una tendencia, el cottagecore funciona como un estado mental. Es el deseo de volver a conectar con lo orgánico, lo pausado, lo que tiene alma. Y su estética (entre lo naïf y lo poético) lo traduce a la perfección.

    Pensemos en mangas abullonadas que rozan el aire, cuellos bobos que enmarcan el rostro con inocencia, o vestidos de lino que flotan con cada paso. Los estampados vichy y las flores diminutas regresan en paletas suaves: mantequilla, lavanda, azul cielo. Es el uniforme de las soñadoras urbanas, las que quieren sentir el campo aunque estén rodeadas de cemento.

    ¿Y en la ciudad, cómo se lleva?

    El cottagecore también sabe adaptarse. Porque sí, hay espacio para la fantasía bucólica incluso entre semáforos y cafés to go. La clave está en los accesorios: canastas tipo mercado que se convierten en bolso de diario, pañuelos de seda que reemplazan al gorro, y sombreros de lino que parecen heredados de otra época.

    Los zapatos también cambian el paso: Mary Jane bajitas o sandalias planas equilibran lo romántico con lo práctico. El resultado es un “me arreglé sin esfuerzo” perfectamente calculado.

    ¿Una tendencia o un estilo de vida?

    El cottagecore va más allá de la ropa: es una forma de estar en el mundo. Cocinar pan casero, cuidar plantas, escribir a mano. No se trata de negar la modernidad, sino de reconciliarla con el placer de lo cotidiano.

    Entre lo digital y lo artesanal, entre el ruido y el silencio, esta estética nos recuerda algo esencial: la belleza (la de verdad) casi siempre está en lo simple.

    En un mundo que corre, el cottagecore camina. Y ahí radica su magia.

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