La nueva era de Gucci (esa que parecía estar cocinándose en silencio) acaba de explotar con un gesto tan simple como rotundo: un lookbook que funciona como desfile imaginado y declaración de intenciones. Demna presenta su Pre-Fall 2026 bajo el nombre Generación Gucci, y lo hace reivindicando algo que parecía enterrado en la memoria colectiva: la vibración exacta de Gucci en los 90.
No es nostalgia; es precisión emocional. Un archivo reinterpretado. Un deseo contemporáneo. Una nueva sensualidad (ligera, inteligente, intuitiva) que Demna rescata, lima y actualiza hasta hacerla irreconociblemente suya.
¿Por qué Demna decide volver ahora a la energía Tom Ford?
Gucci lo ha intentado todo en las últimas décadas, pero lo que realmente permanece en el imaginario es esa época afilada, pulida, hipersensual que Tom Ford destiló en los 90. Demna no copia ese pasado (lo señala, lo admira y lo filtra) para ponerlo al servicio de una nueva estética, más minimalista y menos performática.
‘Fue un punto de partida para entender la moda’, ha dicho el diseñador sobre Ford. Y su nueva colección funciona justo así: como un retorno al origen para diseñar el futuro.

¿Cómo se construye un desfile que nunca existió según Gucci?
Demna fotografió personalmente el lookbook, replicando la iluminación teatral de 1996 (ese foco directo, casi cinematográfico) y basándose en piezas de archivo reinterpretadas con tecnologías actuales.
El resultado: silhuetas que se estrechan, tejidos que respiran, cortes que perfuman el cuerpo sin tocar el exceso. El gesto inaugural es un traje rosa empolvado en faille de seda, que marca un cambio de proporción radical respecto a su etapa en Balenciaga: líneas limpias, sensualidad contenida y una ligereza que se vuelve código.
¿Qué define este nuevo lujo según Demna en Gucci?
Para Demna, el nuevo lujo se define por la ligereza (física, visual y emocional). Ya no se trata de impresionar con peso, rigidez o exceso, sino de crear prendas que acompañen al cuerpo con naturalidad, que inviten a ser usadas y no solo admiradas. El diseñador entiende el lujo como comodidad inteligente: materiales técnicos que se sienten suaves, tejidos que respiran, estructuras que no imponen sino que liberan.
En su visión, lo verdaderamente valioso es aquello que mejora la vida cotidiana del usuario sin esfuerzo, piezas que seducen por cómo se sienten antes que por cómo se exhiben. Un lujo íntimo, útil y moderno, pensado para un consumidor que quiere moverse, no cargar con la moda.
¿Dónde aparece ese guiño noventero de Gucci que todos esperaban?
En las proporciones, en la actitud y en la energía sensual y descaradamente elegante que se filtra en cada look.
Desde las blusas con lazo hasta las faldas plisadas florales, todo tiene un subtexto seductor: aberturas laterales, caídas fluidas, cortes que revelan sin gritar. Y el maximalismo aparece solo cuando tiene sentido (como en los abrigos híbridos de borrego, plumas y muselina) pero siempre bajo la regla de oro: ligereza absoluta.
¿Qué papel juega la memoria en esta colección de Gucci?
La memoria actúa como un hilo conductor en toda la colección: no como un ejercicio nostálgico, sino como una herramienta para reinterpretar el deseo. Demna recurre a los códigos visuales de la era Tom Ford (la luz, las siluetas, la sensualidad contenida) para reconstruir un universo que nunca llegó a existir, pero que todos recordamos de alguna forma.
La memoria funciona como detonante creativo: rescata gestos, texturas y actitudes del pasado, los somete a la mirada contemporánea y los devuelve pulidos, más ligeros y emocionalmente cargados. Es un diálogo entre lo que marcó a una generación y lo que puede marcar a la siguiente, una manera de demostrar que el archivo no es un museo, sino un motor capaz de proyectar a Gucci hacia un futuro que se siente familiar, pero completamente nuevo.
¿Hacia dónde se dirige esta nueva Gucci?
Esta nueva Gucci se dirige hacia la modernidad consciente: una maison que combina sensualidad y minimalismo, lujo y comodidad, pasado y futuro. Demna apuesta por prendas que respiran, siluetas que acompañan el cuerpo y detalles que cuentan historias sin exagerar. Es un Gucci más íntimo, elegante y atrevido, capaz de marcar época desde la sutileza y la inteligencia del diseño.
Esta colección también marca el comienzo de algo mucho más grande. Un Gucci que recupera la audacia sin necesidad de estridencias, que seduce sin ser explícito, que abraza el minimalismo sin perder calidez y que provoca sin recurrir a lo literal. Por primera vez en mucho tiempo, la maison parece lista para definir una nueva era donde la elegancia, la sensualidad y la modernidad conviven en perfecta armonía.

