Aprender de ella es nuestra responsabilidad
Una pequeña niña, a quien le regalaron un diario durante su cautiverio, se convirtió en un modelo a seguir. Ana Frank es hoy sinónimo de coraje, y una fuente inagotable de paz.
Estoy casi segura que cada determinado tiempo, una persona extraordinaria llega al planeta para cambiarnos, y esto fue lo que ocurrió con esta jovencita.
El pasar dos años escondida en un desván en Ámsterdam, cuando la ocupación nazi de Adolf Hitler buscaba judíos por todas partes, nos lleva a comprender el nivel de desesperación en el que se encontraba, y aún así logró darnos enseñanzas de otro nivel.
«Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro, y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz», escribió en el pequeño cuaderno que posteriormente harían un libro.
En cada escuela, y a cada niño del mundo, le dejan por lo menos una vez en la vida leer el famoso Diario de Ana Frank.
«Qué ciertas fueron las palabras de papá cuando dijo: todos los niños deben cuidar de su propia educación. Los padres sólo pueden dar buenos consejos o ponerlos en el camino correcto, pero el final la formación del carácter de una persona se encuentra en sus propias manos», se lee en el texto.
Entre más conocemos a Ana Frank, más nos invita a ser buenos «de corazón» y brindar consuelo «a todos los que sufren».
En un mundo en el que estamos viviendo una pandemia, de la cuál muchos no se han recuperado, vale la pena tener esperanza y revisitar el libro para entender que estamos juntos y conectados.
«El que es feliz hace feliz a los demás, el que tiene valor y fe, nunca estará sumido en la desgracia».
En agosto de 1944, la familia de Ana fue encontrada y enviada al campo de exterminio de Auschwitz. Sólo Otto, el padre de la niña, sobrevivió.