Hay algo casi simbólico en el pelo que se cae con el cambio de estación. Como si el cuerpo supiera —antes que tú— que toca soltar para volver a empezar.
El otoño llega, los días se acortan, el aire se enfría y tu melena, fiel a su propio ciclo, entra en modo ‘reset’. No es el fin de tu volumen, ni el principio de un drama capilar: es solo una transición. Y en esa transición, el cepillado puede ser tu mejor ritual. Aprender a hacerlo bien es como aprender a cuidar de ti misma desde la raíz —literalmente—.
¿Qué es la caída estacional del cabello?
El pelo tiene su propio calendario biológico. Durante el otoño —y en menor medida en primavera— más folículos entran en la fase de caída para dejar paso a nuevos cabellos. Es una renovación natural, un pequeño reboot que prepara tu melena para el siguiente ciclo.
Aunque pueda parecer alarmante, no es una pérdida definitiva ni una señal de alopecia. Simplemente, el cabello se desprende para regenerarse. La clave está en acompañar este proceso con cuidados que fortalezcan la raíz y mantengan el cuero cabelludo en equilibrio.
¿Cómo cepillar el cabello para reducir la caída?
El cepillado puede ser tu mejor aliado o tu peor enemigo. La diferencia está en cómo lo haces.
1. Empieza por las puntas.
Desenreda con paciencia desde abajo hacia arriba. Así evitas tirones que rompen la fibra y minimizas el estrés sobre el cuero cabelludo.
2. Divide tu pelo
Separar el cabello en secciones facilita el proceso y reduce la fricción. Además, te permite trabajar cada mechón con más control.
3. Movimientos lentos, constantes y suaves
Evita los gestos bruscos. La firmeza no significa agresividad. Piensa en el cepillado como un masaje delicado, no como una carrera contrarreloj.
4. Cepilla solo el cabello seco.
Cuando está mojado, el cabello es más elástico y vulnerable. Si necesitas desenredarlo tras la ducha, hazlo con un peine de dientes anchos y acondicionador —el mejor aliado para un deslizamiento sin roturas—.
¿Por qué se produce este fenómeno?
El cambio de luz, temperatura y ritmo biológico influye directamente en el ciclo del pelo. En otoño, los días se acortan, disminuye la exposición solar y se alteran hormonas como la melatonina —sí, esa misma que regula el sueño—, afectando al crecimiento capilar.
Además, después del verano arrastramos ‘daños invisibles’: sol, sal, cloro, recogidos tirantes y calor. Todo eso debilita la fibra y puede acelerar la caída. Si a eso le sumas estrés postvacacional y cambios de alimentación, obtienes el cóctel perfecto para un cabello más frágil.
¿Cuánto dura la caída estacional?
Generalmente entre 4 y 8 semanas. Durante ese tiempo es normal ver más cabello en el cepillo o el desagüe, pero si no hay pérdida de densidad localizada o síntomas como picor o placas, no hay motivo de alarma.
Si la caída se prolonga o intensifica, entonces sí conviene consultar a un dermatólogo o tricólogo (porque puede haber otros factores hormonales o nutricionales detrás).
¿Qué tipo de cepillo deberías usar?
Las cerdas lo son todo. Opta por cepillos de fibras naturales o cerdas suaves (como las de jabalí o bambú), que distribuyen mejor los aceites naturales y reducen la electricidad estática.
Si tu cabello es fino o muy sensible, busca cerdas flexibles o combinadas con nailon para evitar tirones.
¿Cómo acompañar a tu melena en este ‘reset’?
Piensa en el otoño como una oportunidad para reeducar tu cabello. Exfolia el cuero cabelludo, nutre con mascarillas reparadoras y dale un descanso de los peinados apretados.
La caída estacional no es un enemigo: es una transición. Un recordatorio de que, igual que tú, tu pelo también cambia, se adapta y vuelve a florecer.
El secreto no está en detener la caída, sino en entenderla. Cada hebra que se cae da paso a otra más fuerte (solo hay que acompañarla con cuidado, constancia y mimo). Porque el cabello, como las estaciones, siempre vuelve a renacer.

