jueves, noviembre 21, 2024
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    Cirugía bariátrica: Te cambia la vida pero no es la salida fácil

    Desde que tengo memoria he lidiado con déficit de atención e hiperactividad, despiste, poco filtro para decir las cosas un trastorno compulsivo con la comida ocasionado por mi relación con mi madre y sobrepeso…

    Entre el sobrepeso y la poca estatura que Dios me dio, tuve que ingeniármelas para poder salir adelante en el mundo del entretenimiento en el que la apariencia física es parte del paquete.

    Si no tuviera personalidad sería invisible, soy consciente de ello. Y a pesar de quererme con mis imprudencias, defectos y virtudes y de haber resuelto los asuntos pendientes en mi corazón, mi relación con mi cuerpo estaba desconectada. 

    Con la pandemia empecé con nutricionistas y entrenadora. Por dos años puse todo de mi para merecer el milagro de una mejor salud. Tanto que caí dos veces en emergencia por una inestabilidad severa en la columna. Me prohibieron el ejercicio.

    Cuando más sana quería estar es cuando más enferma estuve. Lo que no sabía es que este empaque de alegría y amor de metro y medio de estatura era una bomba de tiempo andante. 

    La decisión más difícil 

    Soy de las que cree que cuando quieres algo desde el alma, de alguna forma pasa. En un proceso meteórico que todavía me cuesta creer, el seguro aprobó en dos días, mi cirugía. El 15 de junio, Enrique Whittwell me operó (El mejor de todos).

    Hubo tanto que hacer antes que no me preocupé por lo que venía solo le pregunté a mis conocidos si en algún momento se habían arrepentido de haberse operado, todos me dijeron que ni por un minuto, que era la mejor decisión que habían tomado en sus vidas pero no entraron en detalles del proceso.

    No es que te arrepientas, mis dolores se han ido, mi vida es mejor que en muchos años. La gente dice que me he quitado veinte años de encima, eso es lo que ellos ven. Yo cuento son los dolores que ya no están, el poder ver mi cuello nuevamente y ver como mis números se acercan a límites normales en menos de tres meses. 

    Todos los días camino más de dos millas pero la pérdida de peso es tal que no te da chance de recoger los rollitos que empiezan a caer en tu piel.

    Me compré un reloj de esos que te regañan cuando llevas mucho tiempo sentada, me obligo a hacer ejercicio aun cuando la vida me da momentos duros y solo quiero quedarme en la cama sin hablar. Empecé con una psicóloga para arreglar todos los asuntos pendientes que me hacen entrar en ansiedad y acudir a la comida y tengo un grupo de apoyo de parte del equipo de mi doctor.

    Si llegué a esta medida extrema voy a hacer todo lo que deba hacer para no perder lo que se ha logrado.  Es que aunque mi cuerpo ha cambiado mi mente no había recibido el memo que había que hacer un reset y comenzar de nuevo desde cero, como recién nacida. 

    Empiezas a comer por salud

    Después de una cirugía de manga gástrica sabrás lo que es escuchar tu cuerpo de verdad. Cada trago de agua o cualquier bocado que entre en tu cuerpo lo sentirás. Si tragas muy rápido te arrepentirás y si masticas rápido tu estómago te hará sentir inmediatamente el error que has cometido.  Ese placer mundano de meternos algo a la boca y disfrutarlo en toda su plenitud ya no existe.

    Un consejo: Elige  muy bien lo que vas a comer pues si no es una oportunidad perdida. Hasta ahora no alcanzo a comer más de una onza de proteína animal (Huevo, pescado, pollo o pavo molido) a la vez. El primer mes postoperatorio es una dieta líquida y del primero al quinto solo proteína animal, no vegetales, ni frutas y mucho menos carbohidratos (Mi médico es más estricto que otros en la dieta). 

    Me veo en el espejo y reconozco mi esencia a pesar de los cambios de los que soy testigo semana tras semana. Estoy en mis cuarenta largos y creo que mi vida apenas empieza. Mis proyectos más ambiciosos me esperan y ya estoy lista emocional, física y mentalmente para llevarlos a cabo. En cuatro meses he perdido más de 22 kilos y todavía falta mucho.

    Todavía vivo con el terror de pensar que en algún momento prematuro de este proceso en vez de seguir bajando empiece a subir de nuevo. Creo que después de toda una vida luchando con el sobrepeso es apenas normal el temor.

    Pero creo que esos miedos se irán disipando al igual que la flacidez en mis nalgas, brazos y otras áreas a medida que vaya tomando control en mi nueva rutina de vida. No me contaron muchas de las cosas que he pasado, pero al igual que a todos a quienes consulté, no me arrepiento de esta decisión por más difícil que sea redescubrir mi cuerpo y mi nuevo estómago

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