¿Quién dijo que la moda solo existe para deslumbrar en la Fashion Week? ¿Que tiene que ser siempre un espectáculo de brillo, drama y exceso? Alessandro Michele parece estar haciendo trampa en este juego, invitándonos a mirar desde la cama —literalmente— a su tribu Valentino, dormida, desperezándose, siendo vulnerable y hermosa.
En un mundo donde la perfección impone reglas, él apuesta por la suavidad del satén rosa y los momentos íntimos, esos que nadie fotografía pero que todos vivimos. Porque la moda también puede ser un susurro, una pausa, un sueño compartido en plena vigilia. Y mientras las pasarelas se llenan de ruido, Michele baja el volumen para que escuchemos la verdad de sus diseños: delicados, femeninos y completamente suyos.
¿Quién dijo que un lookbook no puede ser un moodboard para la siesta?
Olvídate de las pasarelas estruendosas y los grandes shows. Aquí las modelos están tiradas, cómodas, abrazadas a almohadones rosas de satén. Tocan la guitarra, hacen crucigramas, se toman selfies. En otras palabras: hacen lo que todos hacemos en pijama, pero con un vestido de Valentino. La ironía no se escapa, y eso es justamente lo que lo vuelve fascinante.
¿Dónde quedó la exageración Alessandro?
No desapareció, solo se fue de vacaciones. Michele dejó que la ropa respirara, se quitó ese exceso de accesorios y estridencias que a veces lo acompañan. El resultado: vestidos de gasa con lunares, trajes bouclé en colores pastel y cárdigans con encajes que gritan sofisticación sin esfuerzo.
Por fin vemos el alma femenina de Valentino en todo su esplendor, sin ruido de fondo.
¿Vintage pero sin cliché?
Si te esperas un revival noventero lleno de clichés, mejor piénsalo dos veces. Michele juega con las influencias setenteras y ochenteras con una sutileza que pocos dominan: jeans bordados, pantalones acampanados, blazers entalladas… un juego entre lo retro y lo fresh que se siente más cool que cualquier throwback cliché.
La noche sí importa (y mucho)
Cuando el sol se va, Michele saca su artillería pesada: vestidos de tul, capas llenas de lentejuelas y un rojo Valentino que corta la respiración. Hay transparencias, cortes estratégicos y esa magia que solo él sabe darle a la alta costura sin sentirse fuera de lugar.
¿Sueños y moda? Michele dice: Sí, por favor
¿Quién dijo que la moda tiene que elegir entre fantasía y negocio? Esta colección demuestra que puedes hacer ambas cosas y hacerlo bien. Sin desbordes ni grandes escenografías, con ropa que habla por sí sola y que, sí, todos quisiéramos tener en el clóset.
Alessandro Michele despierta a Valentino con un Resort que no solo es un descanso para los ojos, sino también para el alma fashionista. Más directo, más limpio, pero con ese ADN irrepetible que lo hace único. ¿Quién dijo que no se puede soñar y ser cool al mismo tiempo?
