En el epicentro del arte y la moda, París se vistió de magia una vez más. Pero esta vez, la protagonista fue Danna, que irrumpió en la Semana de la Alta Costura con un vestido que parecía más una escultura viva que una prenda.
Inspirada en la naturaleza y la biotecnología, su look firmado por Iris Van Herpen no solo deslumbró: contó una historia de renacer, fragilidad y poder. Así, entre luces azules y texturas imposibles, Danna se convirtió en la musa que todos queríamos ver.
¿Qué hace a Danna la invitada perfecta de Iris Van Herpen?
En el universo de Iris Van Herpen, todo tiene sentido si flota, se transforma o desafía las leyes de la gravedad. ¿Y quién mejor para mimetizarse con ese imaginario que Danna? La artista mexicana —cantante, actriz, directora de su propio sello y ahora fashion icon— aterrizó en París como si viniera directamente del fondo del océano. Literalmente. Con un diseño ceñido, translúcido y lleno de curvas imposibles en tonos grisáceos, Danna entendió el código visual de Van Herpen sin necesidad de traducción.
Fue una de las primeras mexicanas en ocupar un lugar en el front row de la Semana de la Moda Alta Costura. Y su presencia no pasó desapercibida: parecía una sirena recién salida de un ecosistema submarino inventado por la diseñadora neerlandesa.
¿Cómo era el vestido que la convirtió en sirena futurista?
La pieza —una escultura en movimiento— emulaba alas de insecto, redes neuronales y estructuras naturales imposibles de etiquetar. Confeccionado en tul nude y encaje blanco, el vestido tenía aberturas estratégicas, hombros al descubierto y un escote profundo que aportaba una sensualidad elegante, casi alienígena.
Las mangas, tipo bombacho, parecían diseñadas por un laboratorio de bioingeniería estética: flotaban con volumen y daban la sensación de estar vivas. La falda midi sumaba sofisticación, mientras que las estructuras laterales expandían la silueta con dramatismo. Una obra textil imposible de ignorar.
¿Por qué este look es simbólico para Danna?
Más allá del statement de moda, este momento representó algo mayor: un renacer. En plena etapa de evolución artística, Danna acaba de asumir el rol de CEO de su propio sello, One Percent Records, mientras prepara el lanzamiento de nueva música.
Y justo como el desfile se tituló Sympoiesis —una oda al océano, su poder de regeneración y su fragilidad—, ella también atraviesa un proceso de transformación. Su elección de look no fue casual: fue una declaración de principios, un espejo de su presente creativo.
¿Cómo el beauty completó este estilismo?
No se necesitaban joyas, ni ornamentos extras. El vestido hablaba por sí solo. Danna apostó por unas sandalias negras de tacón fino y un wet look con su melena suelta: raíces firmes y puntas libres, como si acabara de emerger del mar.
El maquillaje fue obra de Emilio Becerril, quien aplicó una sombra gris brillante… ¡en el contorno de sus orejas! Una elección insólita que replicó las texturas líquidas del vestido y anticipa una tendencia de belleza experimental. El delineado oscuro, sutil pero definido, prolongó las curvas del diseño hasta el rostro.
¿Qué lugar ocupa Danna en la moda internacional?
Cada vez más lejos del molde de estrella pop latina, Danna se ha convertido en una figura global. No solo por su música o su filmografía, sino por su capacidad de leer el lenguaje de la moda más conceptual y desafiante.
No es la primera vez que se viste de Van Herpen: en 2024 deslumbró con un vestido verde olivo en homenaje a Elphaba, el personaje que interpretó en Wicked. Pero esta vez, su presencia se sintió más madura, más sintonizada con el arte textil.
Danna no fue solo una invitada. Fue una musa viviente de un universo donde lo humano se fusiona con lo artificial. Su atuendo reafirma que puede habitar el terreno entre lo orgánico y lo monstruoso con elegancia futurista.
