viernes, julio 26, 2024
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    De trabajar en corporativos a la actuación

    Gerardo Oñate nos cuenta lo difícil de cambiar de carrera

    Hoy lo conocemos como actor de El Mesero y Poderoso Victoria, pero en un tiempo solía trabajar en corporativos, incluso en Derechos Humanos, algo que lo hizo encontrar su camino al darse cuenta que eso no era para él.

    Gerardo Oñate platicó con Marie Claire sobre su mamá, quien es locutora, su trabajo en distintos proyectos y cómo se prepara antes de salir a escena.

    ¿Siempre supiste que querías ser actor?

    Sí, bueno, yo era el primer niño que quería estar en todas las obras y los bailables y todo. Pero esto sucedió en la secundaria. Después en la prepa, me entró duro la adolescencia y dije teatro. Y el taller en prepa era bastante malón, creo que justo por eso no le entré. En la prepa me separé de la actuación y tuve una buena temporada de varios años en donde fui Godínez. Yo trabajaba en derechos humanos, eso hice durante siete años más o menos. Los derechos humanos, por muy bonitos que sean, son difíciles para vivir de ellos, no pagan lo que deberían. Entonces empecé a trabajar en corporativos, en agencias y a la par una amiga me entrevistó varias veces por la campaña que llevaba y me dijo que yo era muy bueno para hacer entrevistas que si no me gustaría conducir un programa. Le dije que sí, empecé a conducir en medios, local, entrevistamos a los músicos, era como cotorreo no tanto pagado y me encantó. Me dejó muchas ganas de hacer algo que tuviera que ver con el escenario. También conduje algo en radio y me encantaba y eso es lo que hacían mi mamá y mi hermana, ellas eran locutoras y todo se dio mágicamente y comencé a actuar en cortometrajes. Fue en la ciudad de Morelia, que luego llegan muchos chavitos que van ahí a hacer sus pininos en el cine por así decirlo. Y así fue que empecé a actuar. Así me di cuenta que el corporativo no era para mí, ni yo era para ellos. Y me aventé de lleno porque a los 30 años yo decidí regresar aquí a la CDMX para convertirme en actor. A la gente le gustaba mi trabajo y a mí me gustaba estar enfrente de la cámara. Me di cuenta de que era lo que yo quería hacer.

    Dices que tu mamá y tu hermana son locutoras, ¿algo de eso te influyó para que tú quisieras dedicarte a las artes?

    Sí, cuando yo les dije que quería ser Godínez se me quedaron viendo como ‘bueno, pues está bien, allá tú’. Pero cuando les dije que quería ser actor fue que dijeron ‘la verdad es que esto es lo que queríamos para ti’. Y pues así son las cosas y han ido bastante bien porque como Godínez no caminaba a ningún lado.

    ¿Y es raro no? Luego los papás son al revés, que no quieren que te dediques a este tipo de cosas.

    Sí, y tienen razón. La vida del actor es complicada, luego no hay ni para pagar la renta. Hay veces que no hay para comer y hay veces que sí y hay veces que hay que estar hasta tres meses sin trabajo. Uno debe tener una capacidad muy peculiar, para tolerar la incertidumbre y saber que si uno quiere trabajar uno tiene que salir a buscar, a pelear, a tocar puertas. Y siento que eso me ha llevado a mí y a un par de amigos a escribir nuestras propias cosas. Si no hay un personaje o cosas que nos encanten allá afuera, pues los escribimos nosotros y vemos cómo lo producimos y con juntamos con fotógrafos, realizadores y cineastas. Hacemos que las cosas sucedan y así estos haciendo las cosas desde hace casi cinco años.

    Has trabajado en varios cortometrajes, pero en Dónde Nunca Morirás gano un premio en el Festival de Cine de Morelia, ¿cómo te sentiste cuando recibiste esa noticia?

    Increíble, la verdad es que eso consolidó mucho lo que yo pensaba referente a la actuada y también de mi trabajo. Me inspiró. Porque eso fue a final de 2015 y en 2016 fue cuando yo ya renuncié a todo y empecé a ver cómo le iba a hacer para venirme a la Ciudad de México y hacer castings y tocar las puertas que tuviera que tocar y ver cómo está la cosa aquí en el medio. Siempre te dicen que el medio muy cerrado y muy difícil y más bien es complejo. Como en todo hay que hacer carrera y dar pasos. Yo ya no tenía prisa. En ese entonces tenía 30 años, sabía que ya no la iba a hacer de juvenil o de chavito de prepa. Traté de tomarme mi tiempo para escoger bien, en las cosas que hiciera de ficción, porque mientras hice muchos comerciales. Eso es lo que paga la renta mientras funciona la actuada.

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