Es momento de entender, de una vez por todas, que lo que otros hacen no es por nosotras
Despertar y darte cuenta que una amistad de muchos años ha terminado es muy doloroso, sobre todo cuando no hiciste nada por evitarlo, al contrario, le pusiste más sal a la herida como coloquialmente se dice.
Gritarle a alguien, insultarla, odiarla o simplemente ignorarla por lastimarte no habla de lo mucho que la gente nos ha afectado, habla de lo que tenemos por dentro.
Sé perfectamente que si alguien nos insulta no podemos quedarnos ahí «poniendo la otra mejilla», pero, ¿era necesario que Will Smith le diera una cachetada en televisión nacional a una persona?, si lo piensas, la respuesta es NO.
«Es normal, incluso natural que nos pongamos agresivos cuando alguien ofende lo que pensamos o sentimos. No podemos pedirle a nadie que se calme, que no se enoje, es algo personal en lo que debemos trabajar, pero somos humanos, es parte de nuestra esencia», me cuenta Ana Carolina Mendez, terapeuta con 12 años de experiencia.
Decirte hoy que debes entender que si alguien te engaña, es un trauma que está arrastrando; que si alguien te lastima, dice más de ella o él que de ti; o que si alguien te ignora, no te lo tomes personal, son balas tiradas al cielo. Eventualmente me caerá una.
Esas personas que hablan de «ver las cosas desde el amor» no saben lo que sientes cuando una persona te traiciona, no tienen idea de cómo te hierve la sangre… o tal vez sí.
«Más allá de ver las cosas desde el amor, yo creo que debes ver las cosas desde lejos, porque la otra persona no eres tú, no reacciona igual que tú. ¿Sabes qué es amor para un niño violado?, es simplemente algo tan lejano que si no es atendido se convierte en un trauma, algo que muchos olvidan, y que cuando les toca buscar el amor no entienden de ternura, o de consentimiento, por eso el hijo de un abusador se convierte en abusador, porque eso es lo ‘normal’ para él», continúa.
Si pensamos que cada acción es un trauma, comenzaremos a entender que no hay nada malo en una persona, él o ella es la suma de todo lo que ha pasado, pero, ¿debo aceptar lo que hace solo porque no puede controlarlo?
«No, para nada, si el vínculo afectivo con esa persona es muy grande y quieres quedarte a ayudar, será ayudar desde tu trinchera, no desde la de él o ella, porque no va a cambiar por ti, tu amor no lo hará mejorar, tú podrás apoyar, acompañarlo a terapia, hacer un club de lectura psicológica para que tenga herramientas, incluso mostrarle las tuyas, pero no puedes cambiarlo, y únicamente si eres una persona que tiene una estabilidad emocional adecuada, porque de lo contrario aceptarás los abusos y eso no es ayudar», indica, Ana Carolina.
¿Te imaginas que el abusador sea tu hijo, tu hermano? ¿Cómo podrías irte de eso? Con herramientas. Con terapia, con ese «amor» del que tanto hablan. Dándole el espacio que necesita para que se recupere, no aguantando.
La violencia genera violencia, eso es claro, pero la violencia es un trauma, es una forma en la que las personas lidian con lo que se les presenta.
«Aquí la invitación es a que tú mejores, a que tú muestres la ternura que quisieras que te mostraran, que pongas la otra mejilla con herramientas que no te denigren ni te sigan lastimando, sino con la idea de que la otra persona es otra, y tú no puedes hacer nada porque él o ella te traten como tú los tratas, porque eso simplemente sería chocar contra la pared», concluye.
Desde este texto me gustaría que comenzaras a renovar la relación contigo misma, con tu forma de pensar, de actuar y de vivir. Crear en lugar de destruir no es algo que todos los seres humanos puedan lograr, así que si lo haces, siéntete orgullosa de ello, y cuando alguien haga algo que tú no harías, agradece no ser esa persona, no tener sus traumas y trabajar en lo que a ti te dejó su actitud.
En caso de la violencia física o sexual la actitud que debemos mostrar es de apoyo incondicional a la víctima, y retirarnos de la vida del abusador. Si lo conoces, tal vez presentarle alguna herramienta con la que pueda trabajar, pero siempre dejando en claro que debe pagar todas las consecuencias, ante la ley y ante su familia, de lo que ha hecho.
No permitas que la violencia sea parte de tu vida, pero tampoco permitas que la rodee. El amor debe venir primero de ti hacia ti, y después a los demás.