sábado, diciembre 21, 2024
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    Fundación De Alba a través de los ojos de Rebecca

    La conductora habla con Marie Claire sobre uno de sus grandes proyectos, la empatía y su visión del compromiso de los mexicanos

    Rebecca de Alba se ha comprometido con la lucha contra el cáncer en todas sus formas desde hace más de 13 años, y aunque en su familia no hay casos de esta terrible enfermedad, explica que el ayudar y apoyar a las personas que más lo necesitan va más allá de eso.

    En entrevista, nos reveló su trayecto en la filantropía y cómo es que su vida la llevó a ayudar a otros, dando un ejemplo a todas las personas, que poder es querer.

    ¿Cómo fue que nació esta necesidad de ayudar a las personas?

    No nació de hace catorce años, surgió cuando era una adolescente, recuerdo que había un camino corto de mi colegio a casa y yo pasaba por una vecindad, que se llamaba “del jobito”, ahora es un hotel boutique, pero en ese entonces vivían familias, ahí los niños jugaban a la pelota, pero lo hacían sin zapatos y esto me impactaba, además eso les impedía ir a la escuela porque no los admitían si ellos. Me quedé pensando en eso mucho tiempo y me puse a ver qué podía hacer por ellos. Entre los catorce y quince años logré conseguir los zapatos no sólo para estos chavitos, sino también para algunas familias de la vecindad. Ahí fue donde se me despertó el compromiso de ayudar y también creo que es una cosa que traes, no sé como expresarlo pero es más fuerte que yo, pongo de ejemplo: si ves a un atropellado existen dos tipos de personas, la primera es la curiosa, la que dice: “híjole que mala onda que este cuate está atropellado”, y la segunda se baja del coche para ayudar, yo soy del segundo tipo, entonces creo que es una cosa que no te hace mejor persona, sólo es algo que está en ti y lo vas desarrollando, lo vas aplicando en la vida.

    ¿Qué tan difícil fue hacer esto a los 14 años?

    Imagínate, empecé a juntar a compañeras del colegio, vendíamos pasteles, palomitas, literal un mini movimiento para que ellos pudieran tener zapatos y tenis. Me acuerdo perfecto que al dueño de una marca de zapatos, que ya falleció, le llamó mucho la atención este grupo de niñas queriendo solucionar ese problema, y él donó al final los zapatos. Nosotros le pagábamos con lo que vendíamos, además mi abuelo era comerciante, entonces todo lo que traía de chocolates y demás se vendía para poder pagar esta donación, que viéndolo a la distancia, estoy segura que este dinero no alcanzaba para pagar ni un par de tenis pero nos vió tan dedicadas y comprometidas que lo hizo. Además le pedí que nos acompañara a ver el lugar y se adentrara a ver cómo vivían y al conocerlo, él decidió ayudar a mucha más gente más.

    ¿Qué lecciones te dejó este inicio en la filantropía?

    Me abrió los ojos, es ahí donde me di cuenta que un niño con zapatos es percibido por la sociedad de manera distinta, el simple hecho de no tener crea una limitante y contrastes, el tener les da autoestima, seguridad, confianza, emoción, el jugar con una pelota, lo convierten en futbol real, así se sentían ellos, el hecho de poder ir a la escuela porque ahora ya podían, hace que te des cuenta del impacto que hay en un simple par de zapatos, es impresionante. El niño ya se está viendo con los zapatos puestos y ya está viendo los caminos que va a recorrer, porque eso simbolizan, el estar vestido. Es curioso porque leyendo un poco de todo, hay muchísima gente que la van a operar y piden que no les quiten los zapatos, por si tienen que salir corriendo, porque les gana la angustia y el pánico de estar en la cirugía, obvio se los tienen que quitar, pero es esa seguridad de caminar con algo que te proteja, creo que es algo poderoso, porque es psicológico el aventurarte a un camino, te elimina los miedos el simple hecho de estar calzado.

    Viendo hacia atrás, ¿qué pensabas al iniciar con este camino, con Fundación De Alba?

    Empecé con dudas, sin conocer mucho, sabía cómo trabajar en una fundación como voluntaria, pero esto era diferente y las dudas que me saltaban era si lo iba a hacer bien y de momento me lancé, de pronto ya tenía la fundación. Obviamente era muy diferente a como lo es hoy, empecé hace 14 años formando un equipo, porque es bien importante el rodearte de gente que esté contigo, deben de tener un compromiso absoluto, en las fundaciones los sueldos son bastante castigados, a veces la gente piensa que las fundaciones regalan y tienen todo, de pronto te llaman para pedirte una casa o cosas que no están dentro de tus posibilidades como fundación, obviamente, algunas solicitudes sí las canalizamos. Otra cosa que aprendí es que necesitas mucho trabajo, esfuerzo y compromiso, amalgamar a tu equipo de trabajo para poder laborar en conjunto, afortunadamente en mi caso, el equipo de trabajo que tengo ha sido casi el mismo desde que inicié. Se empieza sin saber y se va aprendiendo en el camino.

    ¿Cuál ha sido el mayor reto que has tenido en Fundación De Alba?

    México es un país en el que es bien difícil ayudar, en estos momentos el sistema de salud está muy desestructurado, siempre nos hemos topado con eso, cuando existía el seguro popular, implementado por gobiernos pasados, era una maravilla, pero ahora que desapareció se convirtió en un reto; es como si el mismo sistema de nuestro país no quisiera que ayudes a nadie, el hecho de hacerlo es muy difícil, incluso para mí, siendo una figura pública que le doy voz a esta causa que promueve la fundación, que es el cáncer, y agradezco el serlo, porque así puedo llegar a más personas, dar las estadísticas, qué se está haciendo en la Fundación, qué está pasando con el cáncer en México, darles voz a los cientos de pacientes que ayudamos. En ese lado, puedo utilizar este gran instrumento que es la credibilidad, respeto de la gente y de los medios, así como me ven, así soy en mi trabajo público y privado, soy responsable, transparente, comprometida y la fundación da resultados, es importante saber que mi imagen puede ser una gran voz para luchar contra el cáncer.

    En tu percepción, ¿qué nos hace falta como sociedad para ayudar a la gente y a las Fundaciones?

    Continuidad, y es algo que siento que es cultural. Por ejemplo, cuando empiezas la dieta y la cortas, lo mismo pasa con los proyectos, no todos terminamos de hacerlos. Yo he tenido que aprender a hacer las cosas distintas, porque constantemente nuestro entorno nos está diciendo “esto está muy difícil”. Cuando yo empecé con la filantropía, me asesoré con varias personas que eran expertas en el tema, les consultaba muchas cosas como si debía ponerle mi nombre a la fundación, ya que tenía el temor de que si pasaba algo malo, bueno o regular, era mi nombre el que estaba ahí y se asume la responsabilidad, y me decían “estás loca, mejor únete a una fundación, además ya hay muchas fundaciones sobre el cáncer”, pero mi visión fue más allá y entonces abrí el espectro de lo que podríamos hacer con estos pacientes de cáncer, incluso de algunos tipos que no son tan conocidos y que son ajenos a las instituciones de salud pública, nos dimos a la tarea de tratar de atenderlos nosotros. Creo que vivimos en una cultura en la que se nos limita constantemente a no lanzarnos para hacer lo que nos gustaría hacer, lo que nos hace falta es darle seguimiento a nuestros proyectos, actitudes y hábitos, decir una vez que empiezo el poder sostenerte es el gran reto. Afortunadamente mucha gente se ha sumado a las buenas causas, pero la realidad es que en México hay mucha necesidad y nos rebasa, pero estamos viendo que mucha gente se involucra y eso es muy positivo. Yo invito a que la gente termine las cosas y creo que al enfrentarnos podemos hacer una gran diferencia.

    Emocionalmente, ¿qué te hace sentir Fundación De Alba?

    Como una ciudadana responsable, comprometida, me da una perspectiva de la vida mucho más humana, más amplia, empiezas a abrir una puerta y luego otra y otra, te das cuenta que siempre hay personas que necesitan ayuda que hacen falta manos, México es un país complejo, la pobreza tiene un porcentaje altísimo, entonces estas personas son los beneficiarios de Fundación de Alba, ellos no tienen ningún tipo de seguro o incluso los mismos hospitales nos refieren a estos pacientes y nosotros vemos cuál es el tipo de apoyo que necesitan, tenemos un protocolo a seguir ya sean niños, adolescentes, adultos o adultos mayores. Es una fundación que no te dice que no, te da la mano, te da un seguimiento y acompañamiento a través de la enfermedad, pero a veces en los casos que no son cáncer vienen y acuden con nosotros, los canalizamos a donde puedan hacerlo, o les ayudamos a hacer los trámites para ser beneficiarios de otras fundaciones. Me deja satisfacción y permite que pueda irme a dormir con la mente tranquila y en paz.

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