En una esquina discreta de San Sebastián, un joven de 22 años abría en 1917 su primer taller. Nadie imaginaba que ese espacio en la calle Vergara, 2, sería la génesis de una de las casas de moda más revolucionarias del siglo XX.
Ese joven era Cristóbal Balenciaga, un perfeccionista nato, un escultor de telas que cambiaría para siempre la manera de concebir la silueta femenina. Más de un siglo después, Balenciaga no solo sobrevive: provoca, impacta y sigue escribiendo la historia de la moda contemporánea.
¿Cómo comenzó la historia de Balenciaga en 1917?
Todo comenzó en San Sebastián, en 1917, cuando un joven modisto vasco llamado Cristóbal Balenciaga abrió su primera casa de moda. Era España en su versión más aristocrática, donde la alta sociedad encontraba en su atelier un refugio de perfección hecha costura. Balenciaga se convirtió en un secreto bien guardado entre marquesas, reinas y mujeres que sabían reconocer el lujo silencioso.
¿Quién fundó Balenciaga y cuál era su visión original?
Cristóbal Balenciaga fue el artífice de esta casa que desafió todos los moldes. Su visión no era simplemente vestir a las mujeres, sino transformarlas. Entendía la moda como arquitectura: líneas puras, volúmenes esculturales y una devoción casi religiosa por la confección.
Quería que la ropa hablara por sí sola, sin necesidad de ornamentos innecesarios ni discursos altisonantes. En su universo, menos siempre fue más, pero con una fuerza poética que redefinió la elegancia.
¿Cómo evolucionó Balenciaga a lo largo del siglo XX?
Balenciaga evolucionó como un río sereno pero poderoso. Desde sus inicios españoles, trasladó su maison a París en 1937, donde su estilo maduró y se consolidó. Durante las décadas de los 40 y 50, creó siluetas revolucionarias —como la túnica, el vestido saco o el baby doll— que liberaban el cuerpo femenino del corsé literal y simbólico.
Mientras otros diseñadores seguían las tendencias, él las creaba desde el silencio de su taller, obsesionado con el corte, la caída de la tela y la precisión absoluta.
¿Qué momentos clave marcaron la historia de Balenciaga?
El traslado a París en plena Guerra Civil Española fue un antes y un después. Allí comenzó su ascenso como el maestro de todos nosotros, como lo describió Christian Dior.
La década de 1950 fue su época dorada, con clientas como Grace Kelly y Jackie Kennedy. En 1968, en un gesto tan elegante como radical, cerró su casa al considerar que la moda ya no respondía a su visión. Esa despedida marcó un hito: Balenciaga se fue sin escándalos, pero con un legado intacto.
¿Cómo ha cambiado la dirección creativa de Balenciaga con los años?
Tras la muerte de Cristóbal en 1972, la marca se mantuvo en un largo letargo. Fue recién en los años 90 cuando revivió con la llegada de nuevos directores creativos. Sin embargo, fue con Nicolas Ghesquière (1997-2012) que Balenciaga encontró una voz contemporánea: futurista, técnica, vanguardista.
Más tarde, Alexander Wang le dio un aire más urbano y funcional. Pero fue Demna, a partir de 2015, quien quebró todos los esquemas y convirtió la marca en sinónimo de provocación, ironía y crítica al sistema de la moda misma.

¿Qué impacto ha tenido Balenciaga en la moda global?
Balenciaga no ha seguido las reglas; las ha reescrito. Desde las siluetas liberadoras de Cristóbal hasta la estética brutalista y street de Demna, la casa ha sido un laboratorio de ideas incómodas, visionarias, a veces polémicas, pero siempre influyentes.
Ha desafiado el lujo tradicional, ha mezclado lo culto con lo kitsch, y ha demostrado que la moda también puede ser una declaración política.

¿Cómo se ha reinventado Balenciaga en el siglo XXI?
En este nuevo siglo, Balenciaga ha optado por incomodar para hacer pensar. Con colecciones que mezclan memes, uniformes, tecnología y desfiles apocalípticos, la firma se ha reinventado como una de las casas más disruptivas del panorama actual.
Ha pasado de la alta costura silenciosa al espectáculo global sin perder el gen fundacional: la idea de que la moda, cuando se toma en serio, es un acto de creación pura. Balenciaga ya no es sólo una marca: es una conversación cultural.

Balenciaga no solo ha vestido cuerpos, ha esculpido ideas, incomodado miradas, reinventado el lujo con ironía y precisión. Y aún no ha dicho su última palabra.