jueves, junio 12, 2025
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    Ye Ye: la metamorfosis interminable de Kanye West

    Primero fue Kanye, luego Ye y ahora Ye Ye.

    Sí, otra vez. Kanye West —o Ye Ye— acaba de hacer otro giro nominal y conceptual en su biografía. ¿Reinvención o desvarío? El universo Ye se sigue escribiendo en presente mutante.

    Kanye West nunca fue un artista que se conformara con lo evidente. Desde su irrupción en la escena musical hasta sus múltiples alter egos, su narrativa siempre ha orbitado entre la genialidad y el caos. Y cuando pensábamos que el capítulo de Ye era definitivo, ahora parece que no. Según documentos filtrados por The US Sun, el artista habría dado un nuevo paso en su constante performance identitaria: ahora se hace llamar Ye Ye.

    Primero fue Kanye, luego Ye y ahora Ye Ye

    Para entender este movimiento hay que mirar atrás: en 2021, West solicitó de forma legal cambiar su nombre a Ye, argumento que fue aceptado por una jueza del condado de Los Ángeles. ¿El motivo? Personales, dijo. Aunque era evidente que la decisión iba más allá del papel y estaba íntimamente ligada con su marca personal, su imaginario estético y sus negocios (hello, Yeezy).

    Pero hoy, el registro empresarial muestra una nueva mutación. Hussain Lalani, su CFO, presentó documentación en California con el nombre Ye Ye. ¿Cambio legal o solo una declaración comercial? Esa es la pregunta del millón. Y Ye Ye aún no responde.

    Redes sociales y silencio estratégico

    A pesar del revuelo, el artista no ha confirmado nada en sus redes sociales. En su cuenta de X (antes Twitter), el nombre permanece como Ye, y no publica nada desde el 5 de junio. Silencio absoluto. En este caso, la omisión no solo dice mucho: lo dice todo.

    Mientras tanto, sus fanáticos se dividen entre la fascinación y el agotamiento. Algunos lo ven como una maniobra performática, otros como un síntoma de inestabilidad. Pero, como siempre con Ye, la línea entre el arte y la controversia es difusa.

    ¿Qué sigue para Ye Ye?

    Probablemente ni él lo sabe. Y ahí está el punto: Ye Ye no se explica, se experimenta. Cambia de piel, de nombre, de narrativa. Se borra para volver a escribirse. Es una figura que opera en código abierto, en constante edición. Como una marca viva, como una obra conceptual con ego propio, como un statement que no necesita ser entendido.

    Puede que mañana vuelva a ser Ye. O Yeezy. O algo completamente nuevo. Pero si algo es seguro es que Kanye —perdón, Ye Ye— sigue teniendo la capacidad de mantenernos hablando de él, con nombre, apellido o sin ninguno.

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