Hace nueve años, Kim Kardashian vivió una de las noches más aterradoras de su vida en París. Esta vez, regresó a la capital francesa no como musa de la moda, sino como testigo clave en un juicio. Pero fiel a su estilo —donde cada aparición es también una narrativa visual—, Kim transformó la corte en pasarela, enfrentando el pasado con un look de impacto, cubierto en diamantes y fortaleza.
Su regreso a la ciudad del amor
Era el 3 de octubre de 2016. Kim descansaba en bata en su apartamento durante la Fashion Week cuando fue asaltada por un grupo de hombres armados que la amordazaron, ataron y despojaron de más de 10 millones de dólares en joyas.
Nueve años después, la estrella de reality llegó a París para testificar en el juicio de los responsables —muchos de ellos septuagenarios, conocidos como los ladrones del abuelo—, y lo hizo con una declaración silenciosa pero poderosa: reapareció cubierta de diamantes.
Embed from Getty ImagesLa joya (literal) del juicio: un collar de 1.5 millones de dólares
Nada dice estoy de vuelta como un collar de 52.17 quilates. La pieza central del look de Kim fue un collar diseñado por Samer Halimeh New York, elaborado en oro blanco de 18 quilates y compuesto por 80 diamantes, destacando una piedra en forma de pera de 10.13 quilates. Su valor: 1.5 millones de dólares.
Una armadura de lujo, podríamos decir. Porque no hay nada más simbólico que cubrirte con aquello que una vez te quitaron.
El collar no llegó solo. Kim también lució una tobillera de diamantes, un anillo de gran tamaño (sospechosamente similar al anillo de compromiso de 4 millones que le fue robado en 2016), pendientes de diamantes y un ear cuff de Briony Raymond de más de 8 mil dólares. Todo milimétricamente pensado, todo estratégicamente brillante.
El look: al puro estilo de Business Woman
Kim eligió un vestido tipo blazer vintage de John Galliano con hombreras estructuradas y silueta peplum, que abrazaba la cintura y caía en una falda lápiz con abertura trasera. Oscuro, sobrio, pero rotundo.
El escote profundo —perfecto para enmarcar el collar de Halimeh— fue acompañado por unos stilettos de Saint Laurent, gafas tipo cat-eye de Alaïa y un recogido pulido, muy a lo Old Hollywood. Una imagen digna de una película de suspenso judicial con alfombra roja incluida.
Y como si fuera poco, llegó acompañada de Kris Jenner, su madre y mánager, con un look masculino de blazer a cuadros, mocasines chunky y mirada firme. Matriarcado en estado puro.
Embed from Getty ImagesEl mensaje: vengan por el testimonio, quédense por el statement
Kim Kardashian no llegó a la corte a buscar lástima. Llegó a recuperar la narrativa. Si años atrás apareció en la MET Gala sin joyas, con un vestido blanco de Vivienne Westwood que gritaba desnudez emocional, hoy regresa blindada en diamantes. ¿Ironía? Puede ser. ¿Empoderamiento? Sin duda.
Después de haber vivido una experiencia que redefinió su relación con la seguridad, el lujo y la fama, esta aparición no es sólo un recordatorio de lo que perdió, sino de lo que ha reconstruido: su fuerza, su imagen y su control absoluto de los reflectores.
Embed from Getty ImagesEl juicio continúa… pero Kim ya ganó otra batalla
Mientras los acusados enfrentan las consecuencias de sus actos —algunos incluso justificaron el robo diciendo que Kim tiraba el dinero por todos lados—, la empresaria y fundadora de Skims demuestra que el estilo también es una forma de justicia. Que la moda, cuando se lleva con intención, puede ser una respuesta, un símbolo, un refugio.
París puede haberle robado una joya en 2016, pero este 2025, Kim Kardashian volvió más brillante que nunca.