El ‘último grito’ de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será, sin duda, un evento memorable. Más allá de las luces y los discursos, pienso que será un momento para reflexionar sobre un sexenio que ha estado lleno de cambios buenos y malos.
Así como controversias —tristemente los mismos escándalos de siempre— y la violencia, la maldita violencia. Para muchos, será una oportunidad de recordar los logros y desafíos de su administración, pero sobre todo de pensar en el futuro que le espera a México.
Esta celebración llega después de unas elecciones que pintaron el país de guinda, con victorias importantes —como haber logrado que México tenga una Presidenta—, pero también, y hay que decirlo, con el desgaste natural de un partido oficialista. Sin embargo, ellos están obligados a reflexionar y a mantenerse fieles a los principios que los llevó al poder.
Está claro que el pueblo mexicano espera más de sus gobernantes, hemos confiado en ellos desde hace años y parece que hay que sentarnos a aguardar la llegada de un gobierno que no solo prometa, sino que también cumpla.
El partido de Morena, en su origen, se presentó como un movimiento de renovación, dispuesto a romper con las prácticas políticas tradicionales; pero, ahora más que nunca, tiene el compromiso de demostrar que puede estar a la altura de sus propios ideales.
Amiga, date cuenta
Morena debe impedir que se repliquen las mismas prácticas que ha reprochado y reprobado ferozmente hacia sus opositores, lo que implica hacer una constante autocrítica honesta, con la disposición de corregir sus errores y, antes que todo, a aceptarlos.
La transparencia, la lucha contra la corrupción y la promoción de la justicia social no deben ser solo consignas de campaña, sino pilares fundamentales de su gestión diaria.
La esperanza y lo que toca
Morena debe recordar que gobierna para todos los mexicanos, incluyendo aquellos que no votaron por el partido. La inclusión y el diálogo deben ser la norma, no la excepción.
Es crucial que sus militantes trabajen en construir puentes y escuchen las preocupaciones de todos los sectores de la sociedad sin desacreditar a sus opositores, así como a aquellos que se sienten desatendidos o al margen de sus ideales.
Este presidente se va, pero nosotros no nos vamos
Se espera a un gobierno que no solo hable de cambio, sino que lo implemente de manera efectiva. Para mantener la confianza del pueblo y permanecer fiel a sus principios, Morena debe trabajar incansablemente por un México más justo y equitativo; esa es la promesa, esa es su obligación y esa es nuestra esperanza.
Hoy Morena tiene la oportunidad de renovar su compromiso con el pueblo mexicano y demostrar que puede ser un verdadero agente de cambio; pero, para lograrlo, debe ser autocrítico, inclusivo y eficiente, siempre con la mira puesta en el bienestar de todos los ciudadanos.
Por lo tanto, este 15 de septiembre no solo será una celebración de la independencia, también será una despedida a un presidente que ha dejado una huella imborrable en la política mexicana: el Presidente más amado y más odiado al mismo tiempo.
Así celebraremos esta fecha patria, así se va AMLO: con un adiós lleno de simbolismo y esperanza, mirando hacia un México que sigue evolucionando y enfrentando sus retos con el mismo espíritu indomable que lo llevó a la independencia hace más de dos siglos… porque él se va a ir a La Chingada, pero nosotros definitivamente no.
P. D. El próximo año, la primera Presidenta de México encabezará la ceremonia del Día de la Independencia, aunque esperamos que el verdadero grito de independencia lo dé antes, mucho antes del 15 de septiembre del 2025.