jueves, octubre 30, 2025
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    Columna de Maca Carriedo: La verdad sobre las mujeres migrantes en EE.UU.

    El pilar que muchos fingen no ver, pero que necesitan para vivir. La fuerza laboral que no se reconoce, pero que mantiene viva a una nación: el poder de la mujer migrante, más allá de los estereotipos.

    Por: Maca Carriedo

    Cuando hablamos de mujeres migrantes en Estados Unidos, solemos olvidar algo esencial: no son solo estadísticas ni historias para documentales, sino parte fundamental de la estructura económica del país que promueve el ‘sueño americano’ mientras ellas realizan trabajos esenciales pero invisibilizados como limpieza, agricultura, cuidados, entre otros.

    Las mujeres migrantes —predominantemente latinas— no solo cruzan fronteras geográficas, también navegan entre el miedo, la precariedad, las barreras del idioma, el clasismo y hasta las propias expectativas que otros tienen sobre su lugar en el mundo.

    Y lo hacen manteniendo su dignidad, a pesar de enfrentar términos despectivos como ‘ilegal‘ o ‘indocumentada‘ que reducen su identidad a su estatus migratorio. 

    Dato mata prejuicio

    Más del 50% de los trabajadores indocumentados en Estados Unidos son mujeres. Según el Pew Research Center, las mujeres latinas representan casi 20% de las trabajadoras domésticas del país, incluyendo servicios de salud, cuidado infantil, atención a adultos mayores y personas con discapacidad. 

    Sostienen el care work (trabajo de cuidados) que ni la inteligencia artificial ni los robots pueden reemplazar. Esta labor permite que otros trabajadores, especialmente los estadounidenses, atiendan sus empleos y negocios. Sin ellas, el país no funciona. 

    No obstante, rara vez reciben reconocimiento público: no salen en Forbes, no les hacen shoutouts en los Oscars ni son heroínas de alguna serie o película. A duras penas aparecen en discusiones sobre reforma migratoria, donde suelen ser presentadas principalmente como víctimas en lugar de contribuyentes económicas esenciales

    Mujeres que cambian sueños por oportunidades, que dan vida con su trabajo. El verdadero sostén de un país que aún se resiste a reconocerlas.

    Más allá del trabajo: resistencia cotidiana 

    Estas mujeres encaran múltiples desafíos simultáneamente: criar a sus hijos, enviar remesas a sus países de origen, estudiar inglés en clases nocturnas tras jornadas laborales extenuantes, enfrentar sistemas burocráticos complejos. Viven en una doble frontera: la física que cruzaron y la simbólica de pertenencia cultural, pues tienen que probar todos los días que su existencia vale.

    Aun así, lo hacen y bien: detrás de cada historia de éxito en Estados Unidos, hay una mujer migrante limpiando la oficina, cocinando, bordando sueños en silencio; muchas veces sin papeles, pero con una fuerza que ni la Border Patrol puede detener. 

    Trabajos honestos, fuerza laboral, inteligencia emocional y voluntad inquebrantable: el verdadero significado del trabajo duro.

    No quieren caridad, quieren justicia

    Esta reflexión no busca generar lástima de modo que las veamos como ‘pobrecitas’, sino visibilizar sus contribuciones sistemáticamente ignoradas. Las mujeres migrantes requieren marcos legales que reconozcan sus aportes: derechos laborales garantizados, acceso universal a servicios de salud, caminos reales y claros hacia la ciudadanía y, fundamentalmente, respeto social genuino — no solo ese que se publica cada 8 de marzo con un post en tonos lavanda—. 

    Si alguien encarna la famosa frase del ‘sí se puede’, no son los futbolistas, políticos ni empresarios, sino las mujeres que cruzaron el desierto con altos riesgos para ofrecer mejores oportunidades a sus familias, que trabajan múltiples empleos para financiar la educación de los hijos, que transformaron la precariedad en motor de movilidad social o que lograron moverse porque se hartaron de tener miedo en sus lugares de origen. 

    Detrás de cada una de ellas hay una familia que depende de su esfuerzo, una comunidad que necesita su aliento y un ejemplo de vida.

    Ellas resisten 

    La próxima vez que escuches a alguien decir ‘que se regresen a su país’, pregúntale si está listo para asumir el trabajo de cuidados, la siembra y cosecha del campo, la crianza de sus propios hijos sin ayuda, al mismo tiempo que atender los servicios esenciales que mantienen funcionando sectores enteros de la economía estadounidense. 

    Spoiler: no lo está. Porque si Estados Unidos mantiene su prosperidad, es también gracias a quienes llegaron con recursos limitados y se convirtieron en pilares fundamentales de su estructura social y económica.

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