miércoles, diciembre 3, 2025
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    Philippine Leroy-Beaulieu: ‘Las mujeres con experiencia tienen mucho que aportar’

    La icónica actriz detrás de Sylvie Grateau en Emily in Paris habla sobre estilo, experiencia, libertad, madurez y el fenómeno cultural que la convirtió en un símbolo inesperado.

    Por: Luis Téllez 

    Con una elegancia natural y una labia desarmante, Philippine Leroy-Beaulieu (la mujer detrás de la aguda y siempre icónica Sylvie Grateau de Emily in Paris) llega a nuestras páginas vestida de Armani Exchange para confirmar que su magnetismo va mucho más allá de la pantalla. En persona, la actriz francesa irradia una mezcla de sabiduría, humor y elocuencia que sólo se adquiere con el tiempo y una vida plenamente vivida.

    En esta conversación, la talentosa actriz no solo habla sobre el futuro de su legendario personaje, sino que también reflexiona —desde un lugar íntimo y personal— sobre el valor de la experiencia y la madurez en un mundo que durante décadas idolatró la juventud, así como sobre la fuerza —más que el poder— que habita en las mujeres que se atreven a ser ellas mismas, sin pedir disculpas.

    Sylvie Grateau se ha convertido en un verdadero ícono. ¿Cuál consideras que es el secreto detrás de ese chic parisino tan particular que la gente te atribuye, tanto dentro como fuera de la pantalla? ¿Cómo definirías lo que realmente significa ser ‘chic’?

    ‘No sé si se trata de ser chic o más bien de ser fiel a una misma. Pienso que eso es lo que la gente disfruta de Sylvie. Ella es muy real, no se disculpa por ser quien es. Eso es lo que más escucho: “es tan unapologetic”. Y eso es algo que a las mujeres les encanta, porque nos enseñaron a disculparnos por todo, y de pronto aparece un personaje que dice: “no voy a disculparme por nada, solo soy quien soy”. Considero que va más por ahí.

    La ropa es algo curioso, algo maravilloso de ver, pero yo diría que es el envoltorio, lo que observamos por fuera. Lo mismo pasa con los escenarios, esos bellísimos paisajes parisinos: tenemos un gran diseñador de producción y todo eso es fantástico, pero en el fondo lo que vemos es una envoltura, una especie de capa de azúcar que Darren coloca alrededor de lo que realmente quiere decir, de lo que intenta transmitir, de la huella que quiere dejar en la mente de la gente.

    Así que creo que ese ‘chic’ es más bien una excusa para hablar de eso: de ser fiel a ti misma sin pedir perdón, de cometer errores… porque todos estos personajes femeninos, incluida Emily, se derrumban, se reconstruyen, vuelven a caer, y eso es tan interesante como inspirador’

    En la serie, tu personaje tiene una lengua afilada y una (muy celebrada manera de caminar) ¿Qué piensas que revelan o esconden esos gestos tan particulares?

    ‘Considero que es una personalidad que ella misma adoptó para convertirse en quien quería ser. Construyó todo un personaje. Y en la quinta temporada observaremos cómo empieza a resquebrajarse. Eso es justamente lo que más me gusta de esta temporada, porque muestra lo que hay detrás de esa fachada.

    La veremos en situaciones más vulnerables, más reales, en el sentido de que es mucho más ella misma; quizás ya no tiene miedo o tal vez se encuentra en circunstancias que la obligan a mostrarse más. Ya no puede seguir interpretando el papel con el que ha jugado todo este tiempo en París, porque el hecho de estar en Italia lo cambia todo.

    La cultura italiana es distinta, y eso transforma muchas cosas. Así que van a ver eso. Me gusta esta temporada porque seguimos teniendo a esa bitchy Sylvie, pero también algo muy distinto. Vamos a notar cuán frágil es, y eso me parece hermoso.’

    Total look, Armani Exchange.

    Durante mucho tiempo, la sociedad parecía obsesionada con la juventud, especialmente la femenina. Pero hoy el enfoque parece estar cambiando: mujeres maduras como tú son celebradas, admiradas e incluso deseadas. ¿Cómo interpretas ese cambio? ¿Crees que es genuino o todavía un poco superficial?

    ‘¡No lo sé! Si haces la pregunta, quizá es porque todavía hay algo de superficialidad [ríe].

    Pienso que ahora se está dando más espacio a las mujeres de todas las edades, en el entretenimiento, en el cine, en todo, y eso es fantástico. Porque el público —especialmente las mujeres— quiere identificarse con personajes con los que realmente pueda verse reflejado. No puedes identificarte todo el tiempo con una chica guapa de veinte años.

    Pero también creo que estamos comprendiendo que las mujeres con experiencia tienen mucho que aportar. Espero que estemos entendiendo que hay lecciones de vida que una chica joven no puede darte, y que una más madura puede explicarte algunos de los trucos de la vida.

    A mí me encantan las personas mayores: las de ochenta, noventa años… Su sabiduría es tan valiosa. Nuestras sociedades son demasiado rápidas y tendemos a dejar de lado a los mayores, lo cual es tristísimo. Es tan conmovedor y hermoso apreciar esa sabiduría, esa calma, esa distancia que uno adquiere después de pasar cierto tiempo en este planeta. Llega un momento en el que simplemente dices: “Está bien, bajemos todos un poco el ritmo’.

    La madurez, la experiencia y el carácter se han convertido en los nuevos rasgos aspiracionales. Seguro has visto o te lo han dicho. En internet, ahora se usa el término mother o “madre” como la máxima forma de elogio. ¿Qué opinas de este fenómeno? ¿Te hace sentido que, culturalmente, la figura materna se haya convertido en un nuevo símbolo de poder?

    ‘No sé si se trata de poder o de necesidad. Me lo pregunto. Porque cuando lo veo escrito por chicas jóvenes, pienso: ¿será que hay una carencia de algo que las hace sentir que necesitan una figura materna en sus vidas? Quizá porque sus propias madres, sobre todo en generaciones más jóvenes, estaban demasiado ocupadas trabajando, construyendo una carrera, siendo mujeres poderosas… y en ese proceso, quizá no estuvieron lo suficiente con sus hijos.

    Entonces, ¿es esa figura poderosa inspiradora por su experiencia o es también una figura maternal que la sociedad necesita? No lo sé. Puede ser ambas cosas. Pero hay algo en eso que a veces incluso me hace llorar. Pienso: “Dios mío…”. Y me dan ganas de abrir el corazón como madre —porque soy madre— y decir: “Ven, abrázame, vamos a hablar”. Es más eso lo que siento, más que la idea de “poder”.

    Hay algo en la palabra “poder”, especialmente cuando hablamos de empoderamiento femenino, que me genera cierta resistencia. Porque estamos hablando de patriarcado, de masculinidad tóxica, etcétera… Pero no podemos usar los mismos términos para las mujeres, porque esa palabra representa, en esencia, una estructura basada en la autoridad y la sumisión de otros. ¿Queremos usarla para nosotras? No estoy segura.

    Total look, Armani Exchange.

    Quizá preferiría hablar de fortaleza, de valentía, de resiliencia, de creatividad… o incluso del amor por el desorden o por el caos, porque las mujeres tenemos esa capacidad de poner orden dentro del caos. Para mí eso es mucho más que eso porque, en realidad, el poder exhibe qué tan frágil eres porque no lo necesitas si dices ser fuerte.

    En la naturaleza es así: fíjate en los perros. Los grandes no ladran; los pequeños son los que ladran todo el tiempo. ¿Verdad? Es bastante evidente. Las mujeres tienen algo que los hombres no tienen; no obstante, lo contrario también es cierto: los hombres tienen algo que nosotras no tenemos. Por eso somos tan complementarios. Pero se trata de algo mucho más profundo que una lucha por el poder. Es algo muy fuerte y profundo.

    Cuidado con la furia de una mujer. En la mitología griega ya lo sabían: los grandes dioses temían la ira de las diosas. Así que debemos tener cuidado con las palabras que usamos. Pienso que “poder” es una de ellas que, por alguna razón, no encaja del todo con lo femenino por alguna razón. 

    ¿Sientes que la madurez te ha hecho más libre o simplemente más aguda en la forma en que observas y te mueves por el mundo?

    Más libre, definitivamente. Porque ahora sé un poco mejor quién soy, y eso siempre da libertad. Cuando sabes quién eres, te afecta menos el juicio de los demás, porque, al final, eso es lo que más nos condiciona: ‘¿Qué pensarán de mí?’. Cuando sabes quién eres, simplemente no te preocupa. […] Pero sí, la libertad viene del conocimiento: del conocimiento de uno mismo.

    Con el tiempo, ojalá aprendamos un poco más sobre quiénes somos, y eso nos hace más libres. Y quizá con ese conocimiento viene también cierta agudeza, pero no es una agudeza agresiva, sino una claridad que proviene de cómo observas el mundo y a ti misma. […] Aunque, por supuesto, nunca se termina de aprender. No se acaba hasta el último aliento. Todavía tengo un largo camino por recorrer.’

    Total look, Armani Exchange.

    #PhilippineLeroy-BeaulieuMarieClaire

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    Créditos:
    Director editorial y realización
    Gerard Angulo
    Fotografía: Gabriel Gómez
    Estilismo:Thomas Lamarguy
    Entrevista: Luis Tellez
    Makeup: Fred Marin
    Hair: Alex Lagardère


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