Cada día nos encontramos con más hombres comprometidos con la crianza de sus hijas e hijos, a quienes no solo les dedican tiempo, sino que lo provocan: van más allá de ocupar el espacio disponible tras concluir sus horas laborales o de ocio. Hombres auténticamente responsables que se hacen presentes y partícipes en la vida cotidiana de su descendencia.
Basta con observar su acompañamiento en los cuidados —antes considerados exclusivos de las madres—, como el cambio de pañales, los baños diarios, las tareas escolares, el tiempo de juego, las visitas médicas, la compra semanal —considerando los gustos y la participación de los pequeños—, la lectura de cuentos, los paseos en bicicleta, las excursiones a la montaña.
La asistencia a los partidos de futbol —quizá sabiendo de antemano que no habrá muchas posibilidades de victoria, pero si se logra, ¡qué mejor momento para evocar viejos tiempos!—, las lecturas compartidas, la complicidad en los secretos o el arte de enseñarles a ser autónomos —y en esa autonomía, educar—.
Papás en la actualidad
No hay nada como equilibrar la balanza en los acontecimientos de la vida diaria y formar equipo en esta empresa llamada familia, porque, en la actualidad, existen en todas sus formas, matices y expresiones.
Destaca especialmente la figura del padre soltero: autónomo y solidario, amoroso y tierno, sin temor a demostrar sus sentimientos, enfrentando los desafíos del qué y cómo hacer en tiempos inciertos.
Ese padre que teje enlaces del alma —esa conexión auténtica—, favoreciendo la presencia en su doble rol de acompañamiento. Merece reconocimiento su esfuerzo por multiplicarse para cumplir con todas las facetas que se exigen: chofer, tutor, profesor, narrador de cuentos, cocinero, planchador, estilista y un sinfín de funciones más según cada ocasión.
Y están ahí solo por amor. Amor por lo que les impulsa a diario, que son esos ojitos expresando la necesidad de ser amados, comprendidos y cobijados; esas miradas que conforme crecen, reproducen el patrón de amor que recibieron, sintiendo el gran corazón de quien ama haciendo y hace amando para brindar felicidad.
¿Qué hay de aquellos padres que no han podido estar presentes por enfermedad o muerte? En estas circunstancias, crece aún más la lealtad de las hijas e hijos hacia ellos, aferrándose a un ideal para mantener vivo su recuerdo.
¿Qué es paternar?
¿Qué hay de esos tíos que asumen un compromiso amoroso de vinculación y entendimiento para apoyar? ¿O esos padres que se reivindican siendo los mejores abuelos, compensando lo que en su momento no pudieron dar?
¿Qué hay de las madres que paternan con la fuerza y dulzura que las caracteriza? Van formándose redes en el hacer y estar, creando lazos indestructibles de complicidad que fortalecen el carácter y la responsabilidad.
Estar para formar. Formar para emprender. Emprender para lograr. Lograr para hacer. Hacer para darse a los demás. Darse con la voluntad íntegra de protección y presencia amorosa requiere más que las simples ganas de estar. Asumirse ante las dificultades de la vida.
Asumirse en las constantes expectativas de lo que se espera de un padre se experimenta diferente en la actualidad. Estoy convencida de que en estos tiempos existe un genuino deseo de paternar desde una postura más relajada, auténtica y con espontánea realización personal. ¡Marcan el camino hacia una humanidad mejor!
Que este Día del Padre sea un encuentro no solo de buenas intenciones, sino el compromiso mismo de una presencia amorosa para apoyar y crear vínculos perdurables.
