Por: Maite Beorlegui
Reflexionar sobre nuestro papel en un mundo en constante cambio es un ejercicio necesario. ¿Cuál es nuestra aportación en este tiempo? Sigo creyendo que la congruencia es un valor fundamental, una sonata perfecta para la conexión con los demás, el crecimiento personal y espiritual, y una herramienta para tomar conciencia.
Mujeres nacemos y mujeres nos vivimos, cada una con nuestras propias historias, dudas, sueños, anhelos, afectos y también sufrimientos. A mis sesenta años, recuerdo que en mis veinte, viví experiencias que se alejaban de lo socialmente esperado.

Me independicé a los 18 años sin contraer matrimonio, estudié y trabajé simultáneamente para generar mis propios recursos. En un contexto donde mis primas se casaban jóvenes, mi independencia me convirtió en ‘la rebelde‘.
Después, mientras yo disfrutaba de la vida y viajaba, la sociedad me juzgaba por no seguir los estándares establecidos. ¡Curioso cómo lo que entonces era ‘incorrecto’ hoy es algo natural!
Hoy me alegra ver la capacidad de decisión de las nuevas generaciones, mujeres que se saben dueñas de su cuerpo, tiempo, espacio, futuro y decisiones, sin los prejuicios del pasado.

Mujeres que continúan luchando por la igualdad y la equidad en todos los ámbitos de su vida. Crear nuevas estructuras para ser y estar lleva tiempo, pero estoy segura de que lograremos construir espacios de convivencia justa y armónica en un mundo que necesita más que nunca amor, inclusión y empatía, en especial las generaciones que impulsan el cambio y merecen un planeta mejor.
Por amor a nosotras y a lo que nos rodea.
P. D. Para ti, Mila, nacida el 8 de marzo.