Desde su estreno el 4 de julio, Ángela se ha convertido en una de las series más vistas y comentadas en Netflix. Con solo seis episodios, este thriller psicológico ha atrapado a la audiencia con una historia intensa, realista y emocionalmente desgarradora.
Pero mientras sube en el ranking de lo más visto, también ha levantado una gran pregunta entre los espectadores: ¿esto pasó de verdad?
¿Ángela se basa en hechos reales?
No. Aunque su historia pueda sentirse familiar o incluso demasiado cercana, Ángela no está basada en ningún caso real específico. Lo que vemos en pantalla es una obra de ficción, cuidadosamente construida para retratar el drama íntimo y silencioso que puede esconderse en muchos hogares.
La serie española, protagonizada por Verónica Sánchez, es en realidad una adaptación de la producción británica Angela Black (2021), protagonizada originalmente por Joanne Froggatt.
¿Qué inspiró la historia de Ángela en Netflix?
La inspiración no proviene de un hecho puntual, sino de una realidad sistémica. Los creadores quisieron explorar cómo el abuso emocional y físico puede esconderse bajo una apariencia de normalidad, cómo muchas mujeres viven atrapadas en relaciones tóxicas sin que el entorno lo perciba. Lo que hace que esta ficción parezca real es precisamente su precisión: el guion, la dirección y la actuación están tan bien logrados que es difícil no pensar en historias verdaderas al verla.
En la versión española, el equipo de guionistas —Sara Cano, Paula Fabra y Leire Albinarrate— se encargó de adaptar la trama británica al contexto local, situando la acción en el País Vasco y dotándola de una atmósfera que combina cotidianidad con tensión contenida.

¿Existe un caso como el de Ángela en la vida real?
Sí y no. No existe un expediente, una denuncia o una víctima específica detrás del personaje de Ángela Rekarte, pero la historia que cuenta podría ser la de muchas mujeres. Esa es, de hecho, la fuerza de la serie: la capacidad de poner en pantalla un patrón de violencia que, aunque no siempre deja marcas visibles, sí deja huellas profundas.
Ángela no da nombres reales, pero sí refleja una problemática global. Es un recordatorio —incómodo, pero necesario— de que hay muchas Ángelas allá afuera, viviendo bajo el mismo techo que su mayor amenaza.