domingo, junio 30, 2024
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    Amelio Robles, una revolución personal para recordar en el Orgullo

    En medio de grandes batallas, un héroe improbable gana la suya contra una identidad ajena a él. La historia de Amelio Robles es un reflejo personal de las revoluciones que vendrían a México.

    Amelio Robles fue el primer hombre transgénero en ser reconocido por las instituciones mexicanas. Nació el 3 de noviembre de 1889 en Xochipala, Guerrero como Malaquías Amelia de Jesús Robles Ávila.

    Viviendo su infancia como Amelia demostró que no tenía ningún interés en las expectativas de los demás en ella. A pesar de que aprendió el catolicismo, y otras actividades asociadas con las mujeres en la Sociedad de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa, Amelia disfrutaba más de montar y domar caballos, ordeñar y manejar armas. Además, se comentaba que era “un poco hombrada”.

    Una vida de batallas

    En 1911 un impulso por la aventura la adentra en un club maderista. Cuando llegan las tropas zapatistas al año siguiente decide enlistarse. Es aquí donde elige hacer manifiesta su verdadera identidad. Al ingresar a las filas bélicas se hace llamar Amelio Robles y pide su nombre sea respetado.

    Su carrera estuvo llena de batallas en las que triunfó como la toma de Chilpancingo. Una bitácora en sus archivos personales registra más de 70 acciones armadas en las que participó. En turbulentos tiempos Amelio dejó la enagua por los pantalones, convirtiéndose en coronel en el proceso.

    Sin embargo, Amelio abandona el ejército de Zapata y entrega sus armas al de Guerrero a cambio del indulto del gobierno de Venustiano Carranza en 1915, integrándose a sus fuerzas armadas de 1918 a 1921. Poco tiempo después en 1924 tomaría las armas por última vez para apoyar el gobierno de Álvaro Obregón.

    Después de una herida de gravedad decide asumirse por completo como “el coronel” y abandona por completo otros apodos como “la Güera Amelia” o la “coronela” Robles. Cuentan incluso que Amelio desenfundaba su arma frente aquel que se atrevía a malgenerizarle.

    Cuando habló con el periodista Miguel Gil en 1927, responde sobre que sensación sintió en el campo de batalla “La de ser completamente libre”. Algo que recuerda un poco a la proclamación de la identidad queer.

    El problema de la identidad de Amelio Robles y cómo evoluciona su entenidmiento

    Y es que la vida de Amelio plantea retos y preguntas para el entendimiento actual. La investigadora del Colegio Mexicano, Gabriela Cano explica que bajo la mirada contemporánea se podría caracterizar como una lesbiana que se descubre finalmente como persona transgénero con una identidad masculina.

    Muchas mujeres se sumaron a la lucha revolucionaria usando la transformación a una masculinidad temporal como protección de los avances indeseados de los hombres, pero Amelio lo hizo por una autodeterminación que precede conflictos bélicos. Nunca se reconoció como hombre trans porque el termino no existía en un tiempo sin etiquetas, pero con amplia oportunidad de discriminación.

    Dejando su huella

    No solo se presentó de esta forma a través de su apariencia, sino que buscó legitimar su identidad en la historia. Al hacer su trámite para aparecer en el Archivo de Veteranos de la Secretaría de Defensa Nacional en 1955 Amelio entregó un acta de nacimiento falsa, con todos los datos de la original y el único diferente siendo su nombre. Para entonces Amelio ya tenía una pareja, Ángela Torres con quien había adoptado una hija: Regula Robles Torres.

    Es hasta 1970 es cuando se le reconoce como «Veterano de La Revolución» y aprueban su ingreso a la Legión de Honor Mexicana. En 1973 obtiene la condecoración del «Mérito Revolucionario» y el reconocimiento de los ex presidentes Adolfo López Mateos, Manuel Ávila Camacho y Luis Echeverría.

    Existe la pregunta de a qué movimiento está reivindicando Amelio, si al feminismo o a la comunidad LGBTTTIQ+. La fotógrafa Gertrude Duby no reconoció su identidad masculina, viendo en su persona a “la coronela”. Algunas instituciones siguen refiriéndose a Amelio como una mujer. Incluso una escuela primaria en su pueblo y un museo en donde fue su casa llevan el nombre de «Coronela Amelia Robles».

    Amelio Robles por Gertrude Duby.

    Amelio sin embargo siempre mantuvo su identidad masculina, incluso pasando momentos de vergüenza. Una anécdota cuenta que un par de hombres lo asaltaron, intentando descubrir su intimidad, y en respuesta los asesinó en defensa propia, un crimen que lo llevaría a la cárcel, en el departamento de mujeres.

    La paradoja de su vida es que subvirtió las expectativas de la masculinidad en ese momento histórico a través del reforzamiento de estereotipos machistas. La revolución mexicana trae consigo la figura del hombre fuerte, valiente y macho y Amelio cumple con esas características. Es gracias a esto que fue aceptado entre los demás hombres revolucionarios.

    La feminidad por otra parte era vista como símbolo de debilidad. Manuel Palafox, a pesar de ser mano derecha de Emiliano Zapata fue duramente criticado por sus manierismos y rumores de su homosexualidad hasta que fue expulsado del movimiento.

    La vida después de la revolución

    Lo que queda claro es que Amelio se sirvió de la revolución mexicana y la revolución se sirvió de él. Inicialmente no se involucró con la causa por alguna convicción o creencia en ideologías políticas sino por la posibilidad de entrar en acción. Cuenta en aquella entrevista con Miguel Gil que dejó su casa para sumarse a la revolución “por una mera locura de muchacha, una aventura como cualquier otra”. Es al luchar cuando se identifica con los ideales revolucionarios. “Al principio no dejó de ser una mera locura, pero después supe lo que defiende un revolucionario” contaba.

    En un documental de YouTube llamado Inicio de una Revolución no Concluida, Mario Sánchez muestra la visita a la casa de uno de sus parientes. Mientras relatan los recuerdos que conservan de Amelio, se puede notar la cotidianeidad con la que se relacionó con su entorno. La vida después de la revolución no fue extraordinaria, sino tranquila y familiar.

    Y no tendría por qué serlo, a final de cuentas Amelio Robles no se propuso cambiar el mundo, sino transformar su mundo. Incluso si hoy nos hacemos preguntas sobre que representa su existencia en la historia de nuestro país, lo único que tenemos por seguro es que lucho y alcanzó a vivir su vida como quiso.

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