Desde hace algún tiempo, se ha hablado e intentado concientizar sobre la capitalización de la Navidad…
Columna de: Javier Robles Salinas / @larutadejavivi
En el intento de una vez más colaborar a la toma de consciencia, hoy te escribo para recordarte que Navidad no solo implica sacar las cajas de adornos del closet, buscar un montón de regalos, comprar outfit perfecto para la cena, ni mucho menos llenar el refrigerador con comida exquisita. Esta temporada decembrina no tiene por qué significar endeudamientos para hacer felices a los nuestros.
Navidad es un recordatorio de la unidad y el amor incondicional que nos vino a enseñar el maestro Jesús. Puede tratarse simplemente de encender una vela en el corazón y aprovechar la celebración para generar paz en nuestro interior, fruto de la gratitud de lo vivido y lo recibido.
En especial, en momentos tan turbios como los que estamos viviendo en los ámbitos social, cultural, político y económico, considero que esta celebración podría aprovecharse la gran oportunidad para agradecer, amar y abrazar la vida.
También es cierto que para algunas personas, Navidad representa dolor y sufrimiento, por los seres queridos que están lejos o los que ya no están; quizás implica vivir momentos incómodos por no tener ánimos de participar de las dinámicas sociales que giran en torno a estas fechas; incluso por convicicones religiosas, políticas o culturales, hay individuos que desdeñan esta festividad.
Así que te invito a recordar que cada uno puede vivir estas celebraciones de fin de año como mejor le plazca, ya que en ocasiones no somos conscientes de lo impositivos e invasivos que podemos llegar a ser con los demás, forzándolos a que encajen en nuestras alegrías cuando, por circunstancias personales, hay quienes no desean y no tienen ánimo de celebrar.
No hay forma correcta de festejar la Navidad
Esta es una celebración completamente íntima, por lo que debemos dejar a un lado nuestro juicio y escrutinio social. Cada quien decide, así como el resto del año, cómo se vincula con los ritos colectivos en los que vivimos; pues, en afán de invitar a otros a nuestra emoción y euforia, lastimamos a quienes no resuenan con nuestro ánimo festivo.
En el mundo ya hay demasiadas etiquetas como para emplear otras durante estas fechas, así que dejemos de llamarles «grinch» a quienes consideramos que no viven estos tiempos como nos marca la sociedad.
Una Navidad libre de neurosis
Respetemos, convivamos y disfrutemos de las múltiples formas de transitar estos tiempos. Querido lector, mi deseo para estos días navideños es que podamos librarnos del espíritu del consumismo y recordemos que lo más importante es compartir estos momentos especiales.
Donde la armonía individual, y después la familiar, debería estar por encima de todo tipo de estrés generado por las imposiciones que nos exigen estas fechas, como intercambios forzados, cenas obligadas, gastos innecesarios, reuniones organizadas al otro lado de la ciudad, entre otras.
También deseo de corazón que esta Navidad sea blanca: Por la paz generada en tu corazón, ya sea porque disfrutas tremendamente estas fechas y exprimes cada momento las celebraciones y festines, o bien, porque eres de aquellos que simplemente quisieran que ya fuera enero para pasar todo este oleaje de adrenalina y estímulos.
Contempla que lo más valioso para tus seres queridos, aún más que el regalo de Navidad, es el gusto de compartir tiempo de calidad. Evita conectarte con la neurosis navideña de estar corriendo o buscando hasta en el ultimo momento el bonito regalo, la ropa ideal, la cena perfecta…
Por el contrario, céntrate en disfrutar a conciencia de la presencia de aquellos a quien amas, pues recuerda que con frecuencia, de manera arrogante, damos por hecho de que estarán ahí para siempre. La magia de la Navidad es el poder de re-unirnos desde el corazón, aceptándonos como somos. Sí que sea como tú decidas vivirla, te deseo que vivas una bella época navideña.
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