La Sierra Tarahumara es un territorio de muchas bondades, y en sus pueblos indígenas descansa una filosofía de conexión profunda con su tierra y raíces culturales, así como una increíble capacidad de resistencia al trasladarse entre sus montañas. En los últimos, las corredoras rarámuris han capturado la admiración del mundo con su participación en carreras de alta demanda.
Las mujeres rarámuris no entrenan, correr es parte de su vida cotidiana. Esta actividad está ligada a su supervivencia, pues han aprendido a dominar los terrenos críticos del norte de México para comunicarse entre poblados. Ahora mantienen vivas sus tradiciones y costumbres a través del deporte.
Los rarámuri, también conocidos como tarahumaras, son uno de los pueblos indígenas que habitan la Sierra Madre Occidental al norte de México, en un territorio que se extiende por los estados de Chihuahua, Durango y Sonora. Su nombre proviene de las raíces rara (pie) y puri (correr), que puede traducirse como ‘corredores a pie‘.
Esto no es casualidad, ya que correr es una parte esencial de su cultura, y un medio indispensable para su supervivencia. Su territorio se conforma por grandes montañas que alcanzan hasta los 3,000 metros sobre el nivel del mar, y por profundas barrancas que desembocan en ríos y acantilados. A lo largo de los años, los rarámuri han tenido que adaptarse a estas difíciles condiciones naturales, convirtiéndose en grandes corredores.
Las corredoras rarámuris
Las mujeres rarámuris son un ejemplo de fuerza y tenacidad. Han captado la atención internacional no solo por sus habilidades en atletismo e impresionante resistencia física, sino también porque suelen correr portando sus vestidos tradicionales y huaraches como estandarte de orgullo durante sus competencias.
El mundo comenzó a reconocer su talento desde 1990, cuando comenzaron a participar en maratones y ultramaratones. En ocasiones, han afirmado que las carreras les parecen demasiado cortas en comparación con las distancias que recorren usualmente.
Aprendieron a transitar las montañas desde una edad temprana, transportando ganado y mercancía entre diversos poblados de la Sierra Tarahumara, lo que les ha ayudado a soportar grandes altitudes y un terreno complejo. Muchos expertos las consideran entre las mejores corredoras del planeta.
Lorena Ramírez, la corredora de los pies ligeros
Lorena Ramírez, la de los pies ligeros, fue catalogada como la corredora más rápida de México. Ganó reconocimiento mundial en 2017 después de ganar UltraTrail Cerro Rojo, una carrera de 50 kilómetros que se lleva a cabo en Tlatlauquitepec, Puebla; compitió sin ningún equipo profesional deportivo, en un tiempo de siete horas con veinte minutos.
A esto le siguieron carreras nacionales e internacionales que la convirtieron en un ícono del deporte mexicano. En cada una de ellas, demuestra como su éxito no solo proviene de su resistencia física, sino también de la conexión profunda que tiene con la tierra y la cultura tarahumara.
Ra ra ra, el primer equipo de corredoras rarámuris
Este 2024, seis corredoras rarámuris compitieron por primera vez en The Speed Project, una carrera de relevos que recorre una distancia total de 550 kilómetros entre Los Ángeles y Las Vegas. Yulisa Fuentes, Isidora Rodríguez, Lucy Nava, Argelia Orpinel, Rosa Ángela Parra y Verónica Palma ganaron el tercer lugar en la competencia.
Cada corredora atravesó un trayecto de 35 millas (poco más de 56 kilómetros), enfrentando las condiciones extremas del desierto en sus vestidos tradicionales, que después tuvieron que cambiar por shorts debido a las fuertes lluvias que se desataron. ‘Ellas no traían ropa para eso, entonces hubo un segmento donde no podían seguir corriendo porque el lodo era imposible y se volvió una pista de patinaje. Los vestidos empezaron a estar muy pesados o se enfriaron demasiado porque estaban empapadas’, afirma Beba Guzmán, entrenadora del equipo Ra ra ra.
Su participación mostró una vez más la fortaleza de los pueblos indígenas en la Sierra Tarahumara, cuyos corredores llevan en cada paso la esencia de su tierra y el espíritu incansable de su cultura.