lunes, diciembre 15, 2025
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    Virgen a los treinta: Elegir desde la seguridad y no la presión

    ¿Realmente existen personas vírgenes a los 30? ¿Por qué esperar hasta el “tercer piso”? Una lista de testimonios que nos recuerdan que no hay prisa y que no hay tabúes cuando se trata del sexo.

    Por: Elsa Cavazos

    Atrás quedaron los días en que se juzgaba a una mujer por tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Bueno, aunque esto depende de a quién le preguntes y su contexto social, hoy es más aceptable vivir la experiencia con libertad.

    Hemos avanzado en no juzgar a quienes ejercen su sexualidad abiertamente; sin embargo, paradójicamente, miramos con extrañeza a quienes prefieren esperarse para el momento que consideran adecuado. 

    He querido abordar este tema desde hace tiempo porque conozco a muchas amigas que decidieron postergar su iniciación sexual. Es una elección natural y legítima.

    Al buscar testimonios para este artículo, algunas personas me cuestionaron si aún existen mujeres ‘vírgenes’ cerca de los treinta (un pensamiento ciertamente anticuado), pues no deberíamos asumir que nuestras prácticas íntimas son universales

    Muchas personas consideran que la virginidad es una construcción social, no un concepto biológico o médico. Foto: Pexels

    ¿Por qué esperar a perder la virginidad?

    La sexualidad humana es diversa y merece respeto en todas sus expresiones. María Claudia, de 26 años, afirma que ‘nadie le convence’, una postura perfectamente válida. Ella busca estabilidad emocional como requisito previo

    Aunque el sexo es un acto físico, está comprobado que liberamos sustancias químicas cerebrales que crean vínculos con la otra persona.

    Para ella, estos lazos deben establecerse selectivamente: ‘Veo a mi cuerpo como un templo, yo decido con quién compartirlo‘ afirma con convicción. Un aspecto fundamental que señala es que la virginidad no debería influir en una relación. Si alguien tiene un problema con su decisión, simplemente no es la persona adecuada para ella.

    Sofía, de 27 años, comenta que no ha tenido coito porque las circunstancias no se han dado, aunque ha tenido oportunidades y ha explorado otras prácticas íntimas. Siente considerable ansiedad ante encuentros casuales: ‘Estudié enfermería y siempre tengo en mente los riesgos de las relaciones [sexuales], principalmente las infecciones, y esa consciencia me detiene muchas veces’. 

    Al crecer en un contexto religioso, a Sofía no le proporcionaron educación sexual. Desde joven exploraba su autoerotismo, pero su entorno le inculcó que el placer era pecaminoso y vergonzoso. En los retiros a los que asistía enfatizaban que las mujeres debían llegar ‘puras’ al matrimonio.

    Actualmente, se permite experimentar placer y disfruta libremente de su cuerpo, sin preocupaciones ni prejuicios. 

    Asimismo, considera que postergar la experiencia permite construir un espacio de confianza con la otra persona. ‘Quisiera que entendieran que no hay prisa, que dejara de ser un tabú. Existimos mujeres que no hemos tenido relaciones aun cuando estamos por llegar al ‘tercer piso’. Si yo no lo he hecho es porque prefiero sentirme segura para disfrutar que sentirme ansiosa por una mala experiencia‘, expresa Sofía. 

    Temas como la religión pueden influir a que una persona espere para tener relaciones sexuales. Foto: Pexels

    La edad ideal para perder la virginidad 

    María Claudia y Sofía coinciden en que actualmente se juzga más severamente a quienes deciden esperar. Sofía menciona que por esta razón no comparte esta información con muchas personas: ‘Los juicios son más duros para quienes tenemos casi treinta‘. María Claudia añade: ‘En realidad, no existe una edad ideal; todas las vidas y sus etapas son diferentes’. 

    Fátima, de 32 años, tuvo su primera experiencia sexual este año, mientras que Carolina, de 30, esperó hasta casi los treinta. Ambas se consideran románticas y aguardaban el momento y la persona ideales. 

    Fátima creció en una familia cristiana, factor que influyó en sus decisiones, además del temor al embarazo, agravado por la escasa información recibida. Con el tiempo, ambas comenzaron a sentir curiosidad sobre la experiencia sexual. La espera les permitió tomar decisiones desde una perspectiva más madura y consciente: 

    Creo que cuando lo haces antes de los veinte, a menudo es por presión social’ señala Fátima. ‘Esperar es importante, no necesariamente hasta el matrimonio, sino hasta que realmente lo desees, y no sea una decisión que alguien más te impone’, comparte Fátima, quien establece como no negociables el uso de protección y el intercambio de pruebas de infecciones de transmisión sexual. 

    Considera que la virginidad puede afectar las relaciones amorosas; por ejemplo, pueden asumir que te enamorarás por ser tu primera vez: ‘Pero [la actividad sexual] no es una prioridad en nuestras vidas, solo somos personas que nos enfocamos en otros aspectos y buscamos crear vínculos emocionales‘. 

    El poder de la decisión personal 

    También opina que tanto la iniciación sexual temprana como tardía son objeto de juicio, aunque quienes esperan suelen ser menos comprendidas: ‘No me arrepiento de mi decisión’, afirma Fátima. 

    Carolina necesitaba sentirse segura y esperaba que fuera con una pareja estable. Aunque finalmente no sucedió así, tampoco se arrepiente: ‘Al final, es una decisión personal y si alguien no lo entiende, para mí está bien‘, comenta sobre la percepción social. 

    ‘Las relaciones implican dar acceso a tu cuerpo, tu energía y tu alma. He tenido sexo casual, pero al final es energía que estás dando y recibiendo’, añade. 

    Algunas personas priorizan la conexión emocional al deseo sexual, y es igual de válido. Foto: Pexels.

    Estos testimonios nos recuerdan que la sexualidad se vive de formas diversas. La edad o el momento elegido para tomar decisiones íntimas son personales. Cada persona es dueña de sus decisiones y su cuerpo, algo que no debería cuestionarse, sino respetarse. 

    Como señala la película ‘El club de los cinco’ (1985): ‘Si dices que no la has hecho eres una puritana. Y si dices que ya lo hiciste eres una zorra’. Considerando la opinión ajena, nunca se gana; estas mujeres comprenden que la opinión más valiosa es la propia.

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