La modelo y también policía desfiló en la pasarela de Dior que se llevó a cabo en México. Hoy está lista y de vuelta en su ciudad para combatir la delincuencia…
Por: Gaby de los Santos.
Fotos: Dorian Ulises López Macías.
Alexandra Yoselín es originaria de Colima y tiene 21 años. Es madre soltera, policía, estudiante de criminología y modelo. Mientras toma su día de descanso nos permite hablar con ella para conocer un poco más de su historia y ahí noté la manera en que se desempeña en algunas de sus responsabilidades.
Una mujer multifacética que ya no le tiene miedo a la vida, pues hasta el día de hoy ya vivió distintos episodios que la hicieron crecer de manera veloz, y no en edad, sino en mentalidad.
Trabaja 24 horas como policía y descansa las siguientes 24 horas; los sábados estudia y todos los días cuida de su hija. Ella tiene claro que no dejará de trabajar, crecer y aprender por la maternidad y es así como ha logrado cada uno de sus sueños, entre ellos: el ser modelo.
Algo que no se imaginaba, que no traía de raíz y que la hizo redescubrirse como mujer el pasado 20 de mayo durante la pasarela de la diseñadora de moda italiana Maria Grazia Chiuri, quien hizo un homenaje a la mujer mexicana en su colección Cruzero 2024 de Dior.

«VI A MI MADRE SUFRIR DE AMOR A LOS OCHO AÑOS».
Cuéntanos de tu infancia, de dónde vienen esas raíces de fortaleza…
Vi a mi madre sufrir de amor a los ocho años. Vivíamos en Sonora con la pareja de mi mamá, de inicio no me trataba bien por no ser su hija, y empiezas a crecer en un ambiente de desigualdad, después comenzó la violencia hacia ella, hasta que tomó las riendas, tomó a sus hijos y nos fuimos a Colima.
¿Cómo fue llegar a Colima?
Por un lado fue saborear la libertad, tener una infancia donde te abres a un nuevo núcleo familiar desconocido, vimos a mi abuela, tías y un mundo detrás que no sabíamos que existía, para nosotros fue felicidad pero para mi mamá no, esa fue la otra cara de la moneda, pues la separación le pegó muy duro y no salió de ella.
¿Qué pasó con ustedes?
A mí me metieron a estudiar a la escuela pero al mismo tiempo tenía que hacerme responsable de mis hermanos. Me tocaba bañarlos, cambiarlos, darles de comer, lavar su uniforme, tender las camas, barrer… Y así fue durante varios años, el compromiso de cuidarlos me tocó a mí y me tuve que olvidar de vivir mi propia adolescencia.

¿Recuerdas lo que sentías?
Claro, fui acumulando coraje ante todo, incluso ante ellos porque no sabía identificar que el problema era la irresponsabilidad de mi mamá y no mis hermanos menores. Me decían que así lo tenía que hacer,, tenía que obedecer. Es algo que hoy en día sigue pasando en muchas regiones, dejan a la hermana mayor hacerse responsable, porque no conocen sus derechos y mucho menos pueden expresar sus emociones, tienen que obedecer y punto.
¿Cómo comenzó a cambiar la historia?
Así me la llevé, seguí estudiando y al mismo tiempo trabajando en otras casas -lavando platos, ropa, despensa y barriendo patios-, hasta que en la escuela conocí a una psicóloga. Su orientación nos ayudó a salir de todo porque nos llevaron a una casa hogar donde nos cobijaron y ahí mi mentalidad cambió, empecé a tener más consciencia de todo y dejé de quedarme callada por miedo. La terapia fue una herramienta de cambio.
«Nunca me di por vencida»
¿Cómo saliste adelante?
Nunca me di por vencida y sabía que tenía que cuidar de mi hermana, quien siempre ha estado conmigo. Trabajamos, trabajamos, trabajamos, sin parar y ahí conocí mi segunda libertad: la libertad económica.
¿A qué edad llega tu hija?
A los 19, y fue ahí cuando entré a trabajar en la policía. Sabía que la maternidad no me iba a detener, además de que había que solventar gastos como leche, ropa, cuna y todo eso que se necesita cuando un bebé nace. Comenzó mi camino como mamá soltera por decisión, y en un lugar donde la mujer debe aguantar todo para no separarse; fue difícil pero lo logré.
¿Qué fue lo más difícil?
Evidentemente se te rompe el corazón y no sabía qué iba a hacer sola pero afortunadamente nunca paré de trabajar y por otro lado ya conocía la responsabilidad materna, se me había impuesto a mis 12 años. Dejé de estudiar y entré a un restaurante para tener doble sueldo, uno ahí y otro como policía. Tuve siempre el apoyo de mi hermana.

¿Qué se siente ser policía en México?
Al principio tenía miedo de que me pasara algo; aquí en Colima no quieren a los policías, pero siempre tengo en mente que no quiero que mi hija viva con miedo, y no solo ella, ninguna mujer.
¿Recuerdas tu primer día al portar el uniforme?
Estaba de nervios, no sabía cómo iba a reaccionar al momento, una cosa es la capacitación y luego la práctica. Tenía 19 años, siempre traía en mente a mi hija. Te enfrentas con gente mala y no debes confiar en nadie.
«No quiero que mi hija viva con miedo y no solo ella ninguna mujer»
¿Qué pasaba al llegar a casa?
Llegaba directamente a ver a mi bebé y sentía paz, tranquilidad pero al otro día otra vez empezaba el estrés. Hoy en día ya no pasa eso, ya llevo dos años y ya tengo experiencia aunque aún así somos conscientes de que trabajamos en un estado violento donde a veces matan a compañeros inocentes.
¿Cómo resumirías esta profesión?
No hay otra opción más que ser fuerte, valiente y tener coraje, solo así puedes enfrentarte a todo, yo sé que estoy haciendo las cosas correctas ante la ley. Vengo de una familia disfuncional pero tengo valores y sé que estoy haciendo el bien, no quiero que mi hija siga patrones que yo viví en mi adolescencia.

De policía a modelo
Carlos Castellanos, Fundador de Ink Park, puso el ojo en ella y después le dio todas las herramientas para ayudarle a redescubrirse como mujer.
Desde hace casi cinco años se ha encargado de reconocer y representar la belleza mexicana a través de individuos disidentes que empujen los límites dictados por la industria de la moda y nuestra sociedad, tanto por su apariencia como por su identidad y expresión de género.
Edgar Morales, diseñador de modas, la conoció primero en Colima y fue quien conectó a Alexandra con la agencia. Así como comenzó su camino de modelo. Llevan un año y medio juntos; estudiando, tomando clases y transformando su potencial en las pasarelas.
Dejar las armas y ponerse tacones, ¡qué combinación!
Es algo opuesto a ser policía, allá es fuerza, aquí es feminidad y siempre hay que estar preparada porque no sabes qué puerta se va a abrir y cuándo, puede pasar en cualquier momento. Yo no me sentía lo suficientemente «chingona» como dicen en México, pero dije: «lo voy a intentar y lo estoy logrando».
Lo has logrado…
Y no voy a parar, a veces me autosaboteo pero después tomo impulso y aquí sigo, practicando pasarela, estudiando inglés y los fines de semana estudiando criminología.
Has tenido una montaña rusa de profesiones…
Hay que prepararse en todo para enfrentar a la vida, como modelo me tocó aprender a posar, me quedaba inmóvil ante la cámara, no sabía ni cómo iba a caminar con los tacones y descubrí otros miedos pero le eché ganas y aquí estoy. Hay que trabajar y nunca dejar de prepararnos.
«A VECES SENTIMOS QUE YA SE ACABÓ TODO, A VECES PENSAMOS QUE ES IMPOSIBLE, A VECES CREEMOS QUE NO VAMOS A PODER PERO NUNCA HAY QUE DARNOS POR VENCIDOS
Y ESO QUE NOS HACE SENTIR MAL EMOCIONALMENTE, HAY QUE CONVERTIRLO EN FUERZA Y ORGULLO PARA DECIR SÍ PUEDO. SÉ
QUE TODAS LO VAMOS A LOGRAR»
¿Ya te la creíste?
En eso estoy. Solo te puedo decir que el día del desfile me sentí tranquila pero cuando me mandaron los videos después me reconocí hermosa. Después de todo lo hice bien.
Tienes un espacio para alzar la voz, qué te gustaría decir…
Se puede salir adelante sin depender de nadie. A veces preferimos aguantarnos y hoy puedo decirte, a ti, que estás leyendo esto: «Se puede salir adelante, y te va a costar mucho trabajo, el camino será difícil pero después conocerás la libertad».
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