La nueva colaboración del artista estadounidense Daniel Arsham y Hublot trasciende las convenciones de la relojería contemporánea.
La carrera artística de Daniel Arsham se resume en fundir el futuro y el pasado en el presente. Sus obras son una respuesta a la pregunta: ¿Qué artefactos encontrarían los arqueólogos del futuro y cómo se verían? ¿Podrían encontrar un coche deportivo con formaciones de cristales? O quizá, ¿una venus entre oxidación y fosilización? El factor común es el tiempo. Así pues, queda claro que no podría haber una mejor unión entre relojería y arte que Hublot y Arsham.
Empecemos por lo más notorio, no se trata de un reloj de correa. Retomando la tradición de la relojería artesanal, el Arsham Droplet es un reloj de bolsillo, como aquellos que se usaban antes. Su silueta se inspira en las líneas fluidas de la naturaleza, recordando por su propiedad cristalina a una gota de agua.
En una edición limitada de noventa y nueve piezas numeradas, este reloj se presenta como un artículo para coleccionar y atesorar. Como si fuera una reliquia del futuro.
Un clavado hacia la profundidad del Arsham Droplet
La visión artística de Daniel se eleva a través de la maestría técnica de Hublot. La caja es de titanio microgranado brillante con protectores de caucho grabados con el logo de Arsham Studio en su característico tono verde. El cristal es de zafiro y a través de él podemos ver el mecanismo expuesto. En su corazón late el movimiento Meca-10, desarrollado por la firma suiza.
Su estructura de sándwich con dos cristales en forma de lágrima recuerda un poco a un delicado encaje, pero en titanio, contrastando una aparente delicadeza con fuerza interior. 17 juntas tóricas se colocan estratégicamente para hacer un sello hermético que garantiza su durabilidad en hasta 30 metros de profundidad.
Una expresión del tiempo líquido, transformándose en su entorno
Complementando esta gota de tiempo, dos cadenas de titanio con el sistema patentado de cierre One Click ofrecen distintas formas de llevar el reloj, en el bolsillo o sobre el cuello.
Si en lugar de vestir el reloj quieres mostrarlo como la obra de arte que es, un pedestal decorativo de titanio y con lupa de cristal amplifica sus líneas, transformándolo en un reloj de mesa.
La arena y el agua erosionan todo, la naturaleza no se detiene. Lo que queda es la evidencia de que estuvimos. Arsham lo entiende de manera más aguda y quizá esta es su forma de capturar aquello que es lo más preciado que uno tiene: el tiempo.
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