Por: Luis Tellez.
En el corazón de Polanco, sobre Emilio Castelar, enfrente de las reflejantes aguas del Parque Lincoln, flanquea un restaurante del que París estaría orgulloso. ¿Su nombre? Ivoire.
Salirse con la suya trayendo una cocina extranjera a otro país nunca es tarea fácil, de hecho, es un desafío bastante pretencioso para cualquier chef, pero para Francis Rougeaud ofrecer delicias á la français para el paladar mexicano parece ser todo lo contrario. Con maestría y éxito rotundo, ha sabido acercar la cocina francesa a la Ciudad de México.
Conoce Ivoire
De ambiente sofisticado y despreocupado acogedor y exquisito, bohemio y cool. Este establecimiento francés hasta las entrañas, desde el menú hasta las paredes, te hará sentir en un viaje exprés a la tierra de los vinos y quesos. Amplios ventanales, abundante vegetación y asientos de terciopelo en color rojo y azul te reciben e invitan a pasar horas de sobremesa.
Sus clásicos platillos franceses te harán decir ¡oh, la, la! en cada bocado. Si lo que buscas es un grandioso petit déjeuner, esta es tu opción predilecta. Arranca con un mantequilloso y esponjoso croissant, seguido de unos ricos huevos benedictinos o un espectacular croque madame con tocino. Si tu estancia se extiende al brunch, acompaña tus elecciones de comida con una mimosa o un grapefruit spritz.
A la hora de la comida y cena, la table est également servie! Obviamente, la especialidad incluye escargots a la mantequilla de ajo, lenguado meunière, terrina de foie gras de pato, poulet en su jugo, confit de canard, entre otros. De postre, la tarte tatin, profiteroles, éclairs au chocolat o el crème brûlée te harán soñar con regresar lo más pronto posible.
No importa lo que escojas, cada elección es preparada con pasión y servida con elegancia. La atención de su personal te hará sentir como en casa. Ya sea entre semana o el fin; con amigos, una date, compañeros de trabajo o solamente tú, entre fondue y vinos, los días se viven mejor.
