El mate, esa infusión humeante y de sabor característico, es mucho más que una simple bebida. Es un símbolo de tradición argentina.
Un compañero de momentos y una fuente sorprendente de beneficios para la salud. Desde las llanuras argentinas hasta los rincones más diversos del mundo, el mate ha conquistado corazones y paladares.
¿Qué es el mate?
El mate es una infusión que se prepara a partir de las hojas secas y molidas de la Ilex paraguariensis, un árbol nativo de la selva subtropical de Sudamérica. Estas hojas, conocidas como yerba mate, se colocan en un recipiente llamado mate o calabaza.
Se humedecen con agua tibia antes de verter agua caliente (nunca hirviendo) para extraer sus propiedades. La bebida se sorbe a través de una bombilla, un tubo metálico con un filtro en su extremo inferior.
El acto de compartir un mate es una tradición profundamente arraigada en países como Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil. Va más allá de la simple ingesta de una bebida. Representa un momento de conexión social, de pausa y de disfrute compartido.
¿Cuáles son los beneficios de tomar mate?
Los beneficios de tomar mate son numerosos y abarcan tanto el bienestar físico como el mental. Esta infusión ancestral contiene una rica variedad de compuestos bioactivos que contribuyen a la salud de diversas maneras.
Desde tiempos ancestrales, el mate ha sido reverenciado no solo como una bebida, sino como un elixir de bienestar. Su rica composición en polifenoles le confiere una potente capacidad antioxidante. Cual escudo invisible que combate los radicales libres, esas moléculas inquietas que acechan nuestras células. Contribuye al desgaste del tiempo y abriendo la puerta a dolencias que afligen al corazón y en ocasiones, silenciosamente, al cuerpo entero.
Pero el mate es también un despertar suave, ya que contiene cafeína, teobromina y teofilina. Juntos, estos compuestos estimulan con gentileza nuestro sistema nervioso central. Aviva la energía, afinando la concentración y despejando la niebla del cansancio. Todo ello sin los sobresaltos ni la ansiedad que a veces trae consigo el exceso de café.
Para aquellos que buscan superar sus límites físicos, el mate se presenta como un aliado. La cafeína, presente en sus hojas, tiene la virtud de aumentar la resistencia. Aligera la sensación de esfuerzo y encender la llama que consume las grasas durante la actividad física.
En el ámbito del corazón, estudios preliminares sugieren que el sorbo cotidiano de mate podría ser un bálsamo. Ayuda a mantener a raya los niveles de colesterol LDL, ese ‘colesterol malo’ que tanto preocupa, y contribuyendo a la armonía de la presión arterial.
La tradición también nos cuenta de su poder para calmar las dolencias digestivas leves. Se dice que sus componentes tienen la capacidad de estimular la producción de bilis y facilitar el tránsito intestinal, aliviando molestias y promoviendo una digestión armoniosa.
En su composición se esconden también aliados contra la inflamación. Ciertos componentes del mate han mostrado tener propiedades que podrían ser beneficiosas para mitigar dolores y molestias, ofreciendo un alivio natural.
Aunque en pequeñas dosis, el mate también nos brinda un sutil aporte de nutrientes esenciales: vitaminas del grupo B, vitamina C y minerales como el magnesio y el potasio. Todos ellos actores clave en el funcionamiento de nuestro organismo.
Y aunque la cafeína pueda tener un ligero efecto diurético. El ritual mismo de compartir un mate implica la ingesta generosa de agua, contribuyendo así a mantener ese equilibrio vital que es la hidratación.
Finalmente, y quizás de manera más profunda, el mate nutre el alma. El acto de prepararlo con esmero, de compartirlo en ronda, de detener el tiempo para la conversación y la compañía, teje lazos sociales, fortalece los afectos y nos ancla al presente, recordándonos la importancia de disfrutar el instante y de conectar con quienes nos rodean.

¿Quién inventó el mate?
El mate no fue ‘inventado’ por una persona en particular, sino que es un legado ancestral de los pueblos originarios de Sudamérica, principalmente los guaraníes. Estas comunidades indígenas ya conocían y utilizaban las propiedades de la yerba mate mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos.
Para los guaraníes, la planta era considerada sagrada. Un regalo de los dioses. Utilizaban sus hojas con fines medicinales, rituales y sociales. La forma de consumir la infusión, utilizando una calabaza y una bombilla rudimentaria, también tiene sus raíces en estas antiguas tradiciones.
Con la llegada de los jesuitas en el siglo XVII, se difundió el cultivo y el consumo del mate. Quienes observaron las costumbres de los nativos y reconocieron las propiedades de la yerba mate. Ellos organizaron las plantaciones y contribuyeron a su expansión por la región.
¿Por qué se llama mate?
La palabra mate proviene del vocablo quechua ‘mati‘, que significa calabaza. Esto se debe a que tradicionalmente el recipiente utilizado para beber la infusión era una calabaza hueca y seca. Con el tiempo, el nombre del recipiente pasó a denominar también a la infusión en sí misma.
Aunque existen otros recipientes para tomar la infusión en la actualidad (como los de madera, cerámica o vidrio), el nombre ‘mate’ se ha mantenido como la designación universal de esta bebida tan particular.

¿Cuál es la tradición del mate?
La tradición del mate es rica en simbolismo y gestos que fortalecen los vínculos sociales. El acto de cebar (verter agua caliente) y compartir la bebida sigue un protocolo no escrito pero profundamente arraigado.
Una sola bombilla (popote) viaja de mano en mano, circulando en el sentido de las agujas del reloj, uniendo a los presentes en un acto comunitario. La figura del cebador emerge como anfitrión, responsable de preparar y servir la infusión. En gesto de servicio y atención.
El primer mate, a menudo de sabor más intenso, es tradicionalmente consumido por el cebador, una suerte de prueba para asegurar la calidad y temperatura adecuada para los demás. Cada participante respeta el turno, recibiendo la infusión, disfrutándolo hasta el final, y devolviéndolo al cebador sin alterar la posición de la bombilla.
Un simple ‘gracias‘ al entregar el envase marca que no deseas más tomar la infusión. Una señal clara y cortés. Finalmente, el acto de compartir el mate fomenta la conversación y la presencia. Un momento de disfrute del momento compartido y al fortalecimiento de los lazos entre quienes participan de esta tradición.
¿Qué se le suele agregar al mate?
Si bien el mate tradicional se consume amargo y sin agregados, algunas personas optan por agregarle diversos ingredientes para modificar su sabor. Como azúcar, diversos endulzantes o edulcorantes, hierbas aromáticas, cáscara de cítricos, miel y leche.
Estas adiciones son una cuestión de preferencia personal y varían según la región y las costumbres familiares. Sin embargo, para muchos puristas, el verdadero sabor del mate se aprecia en su forma más auténtica y amarga.
¿Qué país toma más mate?
Si bien el mate se consume en varios países de Sudamérica, Argentina es el país con el mayor consumo per cápita de yerba mate a nivel mundial. Forma parte intrínseca de la cultura argentina. Presente en hogares, oficinas, parques y rutas. Es un símbolo de identidad nacional y un ritual diario para millones de personas.
Uruguay también tiene un consumo muy elevado de mate por habitante, seguido de Paraguay y el sur de Brasil.
En resumen, el mate es una infusión con una rica historia. Con profunda tradición y una sorprendente cantidad de beneficios para la salud.
Desde sus orígenes ancestrales hasta su arraigo en la vida moderna, esta bebida sigue siendo un símbolo de conexión, bienestar y la esencia misma de la cultura sudamericana. Así que la próxima vez que sostengas esta infusión caliente entre tus manos, recuerda que estás participando en un ritual milenario lleno de significado y bondades.
