viernes, diciembre 6, 2024
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    ¿Por qué sientes tanta culpa?

    Como mujeres muchas veces no entendemos lo que nos hace sentir, pero permitimos que nos duela y la vamos arrastrando sin saber el daño que nos hace

    Los niños pequeños muchas veces juegan de forma brusca y terminan lastimándose, de pronto, nuestro sistema de defensa sale al rescate y pone un «parche» a la herida, que termina cayéndose cuando no lo necesitamos más, y aunque así funciona la culpa, de vez en cuando se queda pegada aún cuando ya superaste algo que te estaba doliendo, aún cuando debería dejarte porque ya no la necesitas.

    Existen diversos tipos, pero casi todos son un mecanismo que pretendía hacernos reflexionar sobre un «error» que cometíamos o «un juicio» de nuestra conducta, desafortunadamente muchas nos quedamos instaladas en la culpa y no encontramos, ni queremos, una salida que nos haga ver la realidad.

    En entrevista, Ana Goffin, conferencista y psicoterapeuta, nos explica que existen dos tipos de culpa, la disfuncional, negativa y torturadora, y una transformadora que nos puede servir como aliada en contra de un sistema de creencias y herencias que nos han ido obligando a convertirnos en una versión incorrecta de nosotras mismas.

    «La culpa tapa una lesión que no se ve a simple vista, sin embargo, es una magulladura del alma, un dolor emocional que nos lastima, nos duele y nos nubla la vista para voltear a ver los caminos de reparación que sí existen cuando estamos dispuestas a buscar dentro de nosotras, a hurgar en nuestra historia, y una vez dado este brinco hasta el fondo del inconsciente, poder darnos cuenta de que la culpa es un verdugo», dijo.

    Foto: Pexels

    Para la experta, la responsabilidad personal es vital para evitar este laberinto de culpas, que además nos llevará por una ruta en la que podamos responder a nuestras acciones y emociones, sin engañarnos bajo el velo de la «culpa eterna» que sólo nos sirve para causar lástima en los demás.

    Siendo mujeres, la culpa se triplica por el poder “masculino” que siempre han tenido los hombres bajo su control, y que nos ha hecho lucir como las malas del cuento en cada uno de los problemas sociales que enfrentamos.

    ¿Terminaste con alguien?, ¿tú qué hiciste?, siempre revictimizando cada paso que damos, y peor aún, sin entender por qué lo hacemos, ni los patrones que nos llevaron a eso

    «Si sé quién soy en relación a ti, puedo terminar con la dependencia de ser aprobada y hacer a un lado mi necesidad imperiosa de ser aceptada, amada e impresionarte. Yo no quiero que ese sea el motor de mis actos, porque la manera en que me valoro no puede depender exclusivamente de lo que tú pienses de mí o de cómo me evalúas. Reconozco mi demanda de ser apreciada y valorada, pero sé que eso no lo obtendré nunca de manera incondicional aunque cumpla con todas las expectativas de las personas significativas en mi vida».

    Para Goffin, nosotras aprendimos a «tener culpa», pero no debemos reaprender a dejar de sentirla, sino aceptar la responsabilidad de lo que somos y hacemos de una manera asertiva, que nos permita expresar nuestros sentimientos de una forma correcta, hacia los demás y con nosotras mismas.

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    «No somos mujeres maravilla y eso está bien. Sucede que asimilamos un ‘ideal del ser’ de nuestros padres y de la cultura, es de aquí que se deriva la percepción de la culpa como un castigo y una amenaza, ya que ese ideal nunca, con seguridad digo que nunca, podremos alcanzarlo», nos explica.

    Foto: Pexels

    Al ser imperfectas, al equivocamos podemos seguir al mando de nuestras emociones, de nuestro YO, sobre todo cuando enfrentamos sentimientos de vergüenza, de arrepentimiento, que nos hacen buscar en todo momento el ser perdonadas, lo que tampoco está en nuestra cancha y no puede seguir quitándonos el tiempo porque no tenemos control sobre eso.

    «Sentimos dolor y lo aceptamos, puesto que ‘creemos que debemos ser castigadas por haber cometido un error’. Me refiero a un castigo interno, autoimpuesto, derivado de que estamos en malos términos con este caprichoso modelo de nosotras mismas. Creo que seguramente has pensado alguna vez: ‘Yo debería ser diferente, actuar de otra manera, siento culpa, habré de pagar por mis errores’… La culpa por haber errado en cualquier circunstancia está sentada sobre todo lo que hemos tragado sin masticar del mundo externo».

    Finalmente quisimos preguntarle a Ana Goffin si ella consideraba que la culpa es un factor que influye en el crecimiento personal, a lo que nos respondió con una frase que deberías colocar en tu escritorio: «La culpa falsa es la ladrona de sueños por excelencia», lo que nos ayudará a entender que existen dos tipos, una que te hará salir adelante y otra que te hundirá en el más profundo de los mares.

    «Las mujeres volamos. En sentido figurado, volar está en nuestra esencia. Me queda claro que en el pasado yo estaba desconectada, distanciada y alejada de la mía. Sabía que tenía alas pero no las usaba, sabía que me puedo elevar pero estaba atada, tenía la certeza de que me podía soltar, sin embargo estaba colgada de una rama y, cuando esta se rompió, no me quedó otra opción que levantar el vuelo, porque hay algo que sí supe siempre: no nací para quedarme en el suelo aplastada por una rama», concluyó.

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