jueves, diciembre 5, 2024
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    ¿Es tiempo de divorciarte de tu familia?

    ¿Cuándo es momento de poner límites y romper lazos con ese amigo, hermano, primo, padre o tío?

    A veces se nos olvida que los breakups más dolorosos pueden ser con nuestra familia y no solo con nuestra pareja. En la cultura mexicana, se le da muchísimo peso y poder a la familia, volviéndose mal visto el poner límites y cortar lazos por salud mental.

    Secretos, mentiras, traiciones y diferencias en maneras de pensar. Estos son los testimonios de algunos valientes que decidieron ponerse por encima de personas que consideraban de las más importantes en su vida. ¿Qué hay detrás de las personas que han decidido ir a contracorriente?

    Alonso, 29 años

    “Yo corté lazos con toda mi familia materna, con las hermanas de mi mamá, con sus primos, con mis primos, con prácticamente todo familiar que tuviera el apellido de mi madre. Todo comenzó cuando mi mamá enfermó, ya que en sus últimas semanas de vida, sentí que a ese lado de mi familia no les importó. Siempre estaban ahí para las fiestas, las celebraciones, lo bueno. Pero cuando había emergencias o situaciones dolorosas brillaban por su ausencia. El fin de semana que mi mamá murió, ellos habían planeado los 70 años de un miembro de la familia y nadie vino al funeral para asistir a la fiesta. Me sentí lastimado y decidí mandarlos al diablo. La verdad no siento que haya exagerado, son una clase de persona con quien he decidido no compartir mi vida y mis logros. Me encuentro mucho mejor desde entonces y ahora valoro mucho más a mi familia paterna, a mi padre, a mis hermanos y a esos amigos de mi mamá que estuvieron ahí y que ahora considero mis tíos. Creo que así como cuidamos nuestro cuerpo con ejercicio y buena alimentación, debemos evitar a toda costa situaciones o personas que nos puedan hacer daño”.

    Victoria, 30 años

    “Yo corté lazos con mi familia paterna. Desde chica mis primos, tías y tíos me hacían bullying, sin razón aparente. Tal vez no eran insultos directos, pero jamás me integraban y siempre me hacían sentir como la “rara” o como si algo no estuviera bien conmigo. Todas esas actitudes las aguanté por años hasta que siendo adulta me empecé a alejar y a cancelar eventos familiares. Me daba tanta paz no convivir con ellos que no los invité a mi boda porque no les quería dar el poder de criticar mis decisiones de pareja y mucho menos el día más feliz de mi vida. Me siento mejor desde que lo hice. Lo bueno es que estas personas ya saben que no se están enfrentando a una adolescente vulnerable, sino a una mujer que tomó la decisión de sacarles de su vida. Lo malo han sido los reproches de mi papá y su presión en mantenerme en contacto con ellos. Considero que la paz mental es hacer las paces con tu pasado y que no te afecte nada de lo sucedido”.

    Gustavo, 26 años

    “Vengo de una familia católica practicante; con esto no me refiero solo a mis padres, también a mis tíos más cercanos. En mi familia, la homosexualidad es vista como un pecado. Después de haber crecido en este contexto, estuve odiándome desde que fui consciente de mi sexualidad, creyendo que todo en mí estaba mal. En 2019, luego de conocer a mi primer novio decidí salir del closet y cuando lo hice con mis padres no lo tomaron nada bien. Fue un proceso muy doloroso, pasé por tres intentos de suicidio, estuve internado en una clínica para depresión, tratamiento psiquiátrico y hasta la fecha estoy en terapia. He cortado lazos con la familia de mi mamá y después de altos y bajos la relación con mis padres está bien, es cordial. Ellos me han dejado claro que nunca van a aceptar esa parte de mí, por lo que he decidido ya no contarles sobre mi vida personal. Lo más difícil ha sido asimilarlo, pues es doloroso escuchar a mis hermanos hablar con mis padres sobre sus relaciones o llevar a sus novias y yo no poder hacer lo mismo. Una vez que dejé de esperar que eso pasara pude continuar con mi vida. Formé mi propia familia con mis amigos y juegan un papel muy importante en mi vida. Para mí, la salud mental es el bienestar y el equilibrio mental y emocional. Vivir en un estado en el que tu corazón y tu mente te llevan a actuar de una manera que te hace sentir en paz”.

    Effy, 23 años

    “Yo corté lazos con mi mamá por salud y paz mental. Dudé en hacerlo porque supe que iba a ser algo muy difícil y que sería un proceso porque sería juzgada por otros familiares, pero aun así supe que sería lo mejor para mí y mi crecimiento como persona. A lo largo de esta experiencia me he sentido mejor y más enfocada en mí misma, además de mucho más segura. Lo bueno de haberlo hecho es que ahora reconozco que los estigmas o las cosas que ella me había hecho creer que yo era, no son verdad. Solo yo misma puedo juzgar lo que soy porque soy yo quien atraviesa sola todos esos procesos. Para mí la salud mental es reconocer que no todo es físico, es tratar de ayudarse a uno mismo a superar las situaciones y un acto de amor propio”.

    Mi historia

    Emma, 29 años

    Crecí en una familia extremadamente machista, en donde la mujer es vista como inferior al hombre en todos los sentidos. Aunque mi entorno me enseñó desde pequeña que sus palabras no eran verdaderas, pasé por momentos de fuerte duda, sin saber cuál era mi lugar en el mundo. Mi rebeldía adolescente hizo que este machismo con el que me alimentaron me volviera feminista, cuestionando cada acción y palabra que escuchaba de la boca de mi padre y de su entorno. Fue hace apenas unos años que mis padres se separaron después de treinta años juntos. Mi mamá había sido ama de casa desde los 20 años, por lo que nunca trabajó. Mi padre decidió ejercer violencia económica sobre ella. Después de un doloroso proceso me di cuenta de que no podía seguir teniendo una relación con él. Creo firmemente que una persona que no respeta a una mujer no respeta a ninguna otra y para mí eso es un deal breaker. Hice paz con que nunca podré hacerlo cambiar de opinión. He trabajado en mí, en mis creencias y en mis valores a través de terapia y he aprendido que la vida es bella si te rodeas de personas que te suman. Hay un momento en la vida en el que debes ser egoísta y debes cuidar tu corazón y tu salud mental y para mí, eso significa no compartir con él en este momento.

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