La estética «americana» personificada por íconos de la cultura pop como Lana del Rey parece hacer un retorno en 2024
Lana del Rey y Kim Kardashian incendiaron las redes con el lanzamiento de la campaña de San Valentín de Skims que ve a Lana posando dentro de una caja de chocolates gigante. La cantante mantiene una eterna presencia entre la comunidad.
La colección más reciente de Pharrell Williams para Louis Vuitton retoma la idea del viejo oeste desde un lente abierto a la diversidad. La música country, la turquesa y los sombreros de vaquero fueron elementos claves en su presentación. Esta colección puede sentirse como una excepción entre la multitud de pasarelas masculinas que hemos visto pero conecta con un trasfondo cultural que nunca ha desaparecido.
Jonathan Anderson de igual forma invocó el sueño americano como inspiración para su colección masculina en Loewe aunque de forma característicamente más abstracta.
A medida que las tendencias nos regresan al pasado, a tal grado que se siente que estamos de vuelta en el 2014, se siente en el aire una nostalgia por distintas imágenes que a la vez son aspiracionales y cringe. La estética «americana» parece reintroducirse al mainstream de nueva cuenta y con (no tan) nuevos símbolos. En la era Tumblr, tener un par de Converse con la bandera de Estados Unidos era el epítome de lo cool. Ahora encontramos recuerdos de esa corriente en Lana del Rey, cuya música que baila entre el pop y el folk invoca recuerdos ficticios en granjas y días tranquilos.
Pero ¿qué nos dice nuestra obsesión con una identidad tan ligada al sentido de patriotismo de un país ajeno?
Crisis de identidad en la era digital
Podemos asumir el «americana» con estampados de estrellas y franjas pero en realidad se extiende más allá. Es una serie de códigos que se han perpetuado como exportaciones culturales del país anglosajón. Son las botellas retro de Coca-Cola (o simplemente de vidrio si eres mexicano), son los billboards neones de Las Vegas, las fotografías atmosféricas de Slim Aarons o su sucesora espiritual Nadia Lee Cohen, son las películas de Hollywood e íconos musicales como Elvis Presley (que en esta década ya se le han dedicado dos películas) y Marilyn Monroe (que sigue siendo objeto de inspiración eterna).
La moda ha tomado nota de esto, Prada enlistó a Violet Chachki y un séquito de imitadoras de Monroe en el filme de su campaña para Otoño-Invierno 2018. Raf Simons estudió en Calvin Klein desde la perspectiva de un outsider los arquetipos americanos como los banqueros, las porristas y los uniformes deportivos. Tal vez su experimento fue demasiado intelectual, pero dio como resultado una imagen radicalmente diferente para la marca neoyorquina.
También en 2021 y 2022 tuvimos dos Met Galas con temáticas inspiradas en el estilo y la historia de Estados Unidos, con exhibiciones que expanden el léxico de la moda estadounidense.
Americana en tiempos de inestabilidad
Uno de los últimos grandes espectáculos que soñó Marc Jacobs fue tomar el ahora extinto Zigfield Theatre, el último cine de una sola sala, con una colección que celebró el glamour de Hollywood a través de los colores blanco, azul y rojo. Fue una de las últimas celebraciones patrióticas antes de que Donald Trump ganara las elecciones presidenciales de 2016 y desde ese momento el patriotismo tomó una connotación muy distinta.
Ahora nos encontramos frente a un escenario distinto y similar. Trump continúa haciendo campaña a pesar de incitar una insurrección y enfrentar diversos juicios criminales.
Ahora artistas como Ethel Cain o Sterling Ruby reinterpretan en su obra los símbolos de esta corriente estética, revelando las partes oscuras y trágicas del sueño americano. En American Teenager, Cain canta sobre conocidos que mueren en el campo de batalla buscando la gloria.
Anderson habló de cómo el sueño americano se volvió global en el internet. Con un año de elecciones encima y en medio de múltiples conflictos entre naciones, ¿qué nos ofrece el americana en este escenario? ¿Nos deja soñar, o sólo es una ilusión perfecta?
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