Bienvenidos a un México donde la banda presidencial a partir de hoy está en el cuerpo de una mujer. Sí, estamos hablando de una presidenta.
¿Qué cambiaría? Además de probablemente tener reuniones de gabinete con un mejor sentido de la moda, aquí van algunas razones, serias y no tan serias, por las cuales tener una presidenta podría ser justo lo que necesita nuestro país.
El toque femenino en la política
Una presidenta podría introducir el «toque femenino» en la política mexicana, y no, no estamos hablando solo de decorar Palacio Nacional… Estudios muestran que las lideresas tienden a ser más colaborativas y empáticas…
Entonces, ¿podríamos esperar menos puños en el aire y más manos a la obra? Además, con una mujer al mando, tal vez las conferencias matutinas incluirían consejos de liderazgo… por lo menos será una gran muestra de empoderamiento.
Economía y Zapatos:
Dicen que detrás de cada gran mujer hay un par de zapatos impresionantes. Una presidenta podría redefinir el término «correr la economía», literalmente corriendo entre reuniones y compromisos internacionales en tacones.
Tal vez, además de impulsar la economía, impulsaría también la industria nacional del calzado. ¡Hablemos de estímulos económicos!
Diplomacia con Estilo:
Imagina las cumbres internacionales. Nuestra presidenta podría desarmar diplomáticos no solo con su política astuta sino con su encanto innegable… bueno, esperemos.
Agenda de género REAL:
Con una presidenta, los temas de género podrían pasar de ser solo un punto en la agenda a ser LA AGENDA. Desde leyes más estrictas contra la violencia de género hasta políticas para la igualdad salarial.
No solo estaríamos avanzando en derechos, sino demostrando con el ejemplo que el techo de cristal fue hecho para romperse. Presidenta ¡NO NOS DEFRAUDES!
Podemos fantasear con lo que sucederá, proyectar lo que impacta a América Latina, que México tenga una Presidenta y la verdad es que la representación femenina en el máximo cargo del país podría traer cambios profundos y positivos… esa es la idea, esa es la esperanza.
Más allá de los chistes sobre la moda y el multitasking, una presidenta podría liderar con una mezcla de fuerza y sensibilidad, redefiniendo no solo las políticas sino la propia política. Así que, ¿por qué no? Al fin y al cabo, la política necesita un cambio… y tal vez unos cuantos tacones.
Cierro esta colaboración con el corazón contento mas allá de mi ideología política, mi corazón está contento porque mi abuelo un día me dijo: «Para cuando tu crezcas va a poder haber Presidenta de México, puedes ser tú».
Y aunque yo ni de cerca quisiera serlo, ni aspiro a tanto, me da una enorme alegría acordarme de esas palabras de mi abuelo y ver que sí, que, como siempre tenía razón, yo ya crecí y México ya tiene Presidenta.
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