Cuando pensamos en reinvención, nos imaginamos alguien que ha pasado años en un trabajo que no los hace feliz, pero en realidad la vida misma nos puede llevar por otros caminos en cualquier momento de nuestras vidas.
Cejas Catalina Jaramillo se ha posicionado como una de las marcas más innovadoras en Colombia, con aperturas de sedes en Brasil y en Miami. Pero detrás de este éxito fulgurante, hay una mujer visionaria, quien durante su embarazo en Brasil, mientras su esposo realizaba una especialidad de Medicina en el país; encontró una forma de reinventarse.
Una historia de reinvención sin buscarla. Tú llegas a Brasil apoyando a tu esposo y embarazada.
Así fue. Eso fue en el año 2008. Fui a acompañar a mi esposo a especializarse en Radiología. Yo iba con cinco meses de embarazo. Tú sabes que llegar a otro país, sin conocer el idioma, sin saber dónde iba realmente a vivir, que ibas a tener a tu bebé allá y no tenías todavía un seguro médico, sino que vas como estudiante. Fue duro.
El miedo, ¿no?
Sí, mucha incertidumbre y con muchas metas por cumplir. No fue fácil, pero fue como un sueño que vivíamos los dos al vivir en Brasil. Y cuando llegamos en el 2008, él empezó su especialización y yo acompañarlo en mi embarazo, a buscar como tener mi bebé allá.
También fui a estudiar portugués en Brasil. Estábamos en Puerto Alegre y la idea inicial era tener mi bebé allá. Y después, comenzar a trabajar en lo que estudié en Colombia.
Yo soy administradora de empresas y mi intención era convalidar mi titulo allá. Pero bueno, todo en la vida pasa por algo y terminé en algo que me apasiona profundamente. No tenía idea que me gustaba tanto, sino hasta que lo comencé a hacer en Brasil, que fue todo lo referente al cuidado de las cejas, el diseño de ellas, etc.
Porque, a veces, lo más obvio es lo que menos miramos.
Yo siempre fui muy artística. Me gustó pintar cuadros al óleo, me gustaba mucho dibujar. Nunca imaginé que ahí era donde yo iba a encontrar mi gran pasión. Fue en Brasil donde descubrí la pasión por hacer cejas y fue por una necesidad propia que tuve.
Y no solamente eso, imagínate que yo buscaba quién me hiciera las cejas. Yo quería las cejas con hilo y quería una persona especializada en el tema y no había quien hiciera cejas con hilo en Porto Alegre donde yo estaba. Y ahí fue que conversé con mi esposo y me dijo: “Bueno, aquí no hay quien las haga. Si a ti siempre te ha apasionado la belleza. Pues hazlas tú”.
Y así fue que comenzó esta empresa, este emprendimiento; esa linda historia buscando algo para mí. Sin buscarlo en otro país y viendo la oportunidad de que yo lo pudiera hacer.
¿Y cuánto tiempo después te devuelves a Colombia? ¿Cómo llega tu emprendimiento de las cejas a Colombia?
Duramos cinco años en Brasil. Y, en ese tiempo, estudié e hice una profesión adicional al diseño de cejas. Incluí el servicio de domicilio allá, busqué a Hugo Beauty, que es una red de salones muy reconocida. Le ofrecí mis servicios, porque era muy novedoso. Adicional me enseñó cómo era ser empresa en el área de la belleza. Y me vine como con esa idea de hacer algo diferente en Colombia.
En Colombia, en el 2012, comencé a hacer todo a domicilio, porque mis amigas me lo pedían. Íbamos a tomarnos un café. Conversábamos y terminaba haciéndole las cejas a todas mis amigas o me iba para el gimnasio y me pedían que les hiciera las cejas en el baño.
Fue algo que comenzó como una pasión en Colombia. Allá no lo había y el hecho no era solamente depilar cejas. Es todo un proceso. De una recuperación de un diseño de cejas. No es irte de plan. Las cejas es vivir una experiencia. Es aprender a cuidarte las cejas.
Tú empiezas un negocio informal, pero existe un momento en que tú reflexionas y quieres llevarlo a un siguiente nivel. ¿Cuáles fueron los puntos claves para que eso funcionara?
Yo comencé muy informal como tú lo has dicho: haciendo domicilios, haciendo el servicio en mi casa. Pero llegó un punto en el que te das cuenta que debes organizar un horario. El mismo público fue exigiendo eso.
Es un temor que tú abras un negocio solamente de algo específico como las cejas. Pero como era algo que yo hacía con pasión y amor, decidí abrir un estudio pequeño donde quería reflejar la idea de «la doctora cejas» o un lugar donde tú vayas a consentirte. Como una cita con un médico. Decidí ver a mi equipo como mis pupilas, que hacen lo mismo que yo hago, porque este negocio yo lo vi siempre con una opción de crecimiento grande.
Cata, mientras pones ese negocio y con el tiempo tú dices: ya está generando dinero, ¿cuánto tiempo pasa?
Inicialmente, todo es una inversión. Uno primero invierte pagando un arriendo, un espacio lindo. La inversión se ve reflejada entre 6 a 8 meses después. Porque uno paga las inversiones iniciales, pero yo la utilidad la invertía inmediatamente. Esa es la clave. Mis servicios pasaron de ser un servicio a ser productos.
Ahí comencé a hacer una inversión nuevamente con esa utilidad de mi primer producto, que fue la gota mágica. Fue muy duro porque primero había que sacarle registros sanitarios. Después hay que sacar una cantidad grande que, para mí, era mucho. En este momento ya no es nada, pero para mí, lo era todo.
Cuando generé ganancias con las utilidades, se hizo un crédito y se fueron abriendo más sedes. Lo más satisfactorio es generar empleo y hacer expandir este negocio.
¿Qué es lo más «rico» de ser empresaria?
Ser empresaria o independiente no tiene muchas ventajas, pero de las cosas que más me gustan es que tú eres la administradora de tu tiempo con tu propio horario establecido. Y para mí, eso es lo más importante. Tener un poco de esa libertad, de estar en familia, poder viajar es, me parece que es fundamental y siempre trabajé para eso.
Es como un compromiso personal, con mi empresa y con lo mío, pero el tiempo de uno es muy valioso. Generar la oportunidad a muchas personas de emplearlas, de mejorarles las condiciones de vida, de darles un arte diferente. Eso es gratificante.
Lo más importante sería resaltar que la pasión y perseverancia, pueden lograr mucho.
No tener miedo a los cambios. Eso es supremamente importante. ¿Cuándo has visto una persona exitosa con miedo? O si tiene miedo, de todas maneras, hizo las cosas a pesar de ese sentimiento. Uno no se tiene que arrepentir de lo que hizo y me hable lo que voy a hacer.
No tener miedo de cobrar. Saber que lo que uno hace vale.
Quiero dejar esto como una enseñanza: nosotros tenemos que competir con calidad. No con precios. Los latinos somos muy dados a competir por el precio. Nosotros tenemos que buscar la calidad del servicio. Compite con tu diferencial. ¿Qué te hace diferente a otra persona? Tener muy consciente el diferencial y competir con la calidad cuando tú compites con calidad.