Un desfile que replanteó el sentido de la Alta Costura.
Giambattista Valli abrió su desfile en silencio con un traje de terciopelo negro que representaba a un Stockman, uno de los pilares de la alta costura; en el corpiño florecían unas cuantas docenas de rosetas blancas de tela, luego un corsé cubierto con un tul que sobresalía por la espalda formando un gran y prominente bouffant.
Una historia en blanco y negro, que se inspiró en los prototipos de muselinas. Alternando con los tonos blancos y negros se intercalaban vestidos floreados, en su mayoría cortos con sugestivas capas en tul.
Vimos un corpiño de terciopelo negro con mangas voluminosas insertadas, que dieron paso a un velo simple y favorecedor de satén blanco; siendo esta una de las siluetas mas llamativas de la noche.
Giambattista Valli haciendo honor a los volúmenes
En el comunicado de prensa se dice que el diseñador afirmó que su inspiración fue el «arte de dar volúmenes a través de los cortes, a través de la destreza de drapear y realmente traspasar los límites en el taller». Algo que nos hace entender mas sobre la intrincada confección de cada atuendo.
Algunas de las mangas crecían de manera opulenta y otros vestidos de cola de pez terminaban en gigantescos pliegues de tela en capas. La exageración sin duda predominó.
Valli sostiene la antorcha de la grandeza en la alta costura, y sus esfuerzos dieron como resultado una multitud de nuevas siluetas y esa sensación de ensueño que estaba un poco ausente de la moda dador al furor del lujo silencioso.
El show terminó con un voluminoso «Barbie Pink» o así lo interpretamos, sellando el final de una de sus colecciones más importante a la fecha.
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