Viñetas de poesía y autoexpresión con un guiño de elegancia.
Como uno de los directores creativos más antiguos de la moda, Ian Griffiths siempre se las arregla para encontrar cosas nuevas que decir (o deja sin decir) en Max Mara.
Esta temporada dejó el tono camel característico de la marca en un segundo plano y dejó que una gran cantidad de azules oscuros, grises y negros lanzaran un hechizo de soigné sobriedad.
Según una publicación de Instagram, la marca italiana se inspiró en la escritora francesa Sidonie-Gabrielle Colette (también conocida como simplemente Colette) y su cuento «Sleepless Nights», con el objetivo de canalizar «viñetas de poesía y autoexpresión» en la colección.
Colette, exaltaba el placer de vestirse para complacerse a sí misma en su madurez, dominó el panel de estado de ánimo detrás del escenario. Griffiths elogió la sobriedad y economía de su escritura, que «en ese sentido corresponde al diseño de Max Mara«.
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Este fue un espectáculo melancólico que, sin embargo, impactó con sus formas sinuosas o envolventes de cintura caída que recuerdan a las décadas de 1910 y 1920. La ropa irradiaba lujo, dignidad y conciencia de sí misma.
Griffiths eligió un grupo de modelos veteranas, incluidas Guinevere van Seenus, Gemma Ward y Natasha Poly, para subrayar esta última cualidad. «Hay algo genial en una mujer que se conoce a sí misma», reflexionó.
Dicen que a la creatividad le encantan las limitaciones. Y eso es muy evidente en la última colección de Max Mara, que se centra profundamente en el delicado arte de superponer tejidos de punto.
A saber: El diseñador logró un encanto Belle Époque a través de mangas amplias tipo kimono, espaldas acampanadas y posturas de botonadura baja en los abrigos; con cintura anudada en pantalones y faldas cruzadas, y con bolsillos utilitarios y escotes canalizados en túnicas.
También había una sensualidad discreta que se manifestaba en sus ajustados cuellos de tortuga, mamelucos estilo lencería y los finos cinturones tipo obi que definían las cinturas.
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