Estamos en el mes de dos grandes celebraciones: El día del padre y el Día Internacional del Orgullo LGBTQ+, dos celebraciones que para muchos son días hermosos, de orgullo familiar y personal, y para otros este mes puede estar sumamente cargado de emociones dolorosas, ansiedad y frustración. Y si eres del segundo grupo, esta carta es para ti.
Por: Ana Carbajal.
La ausencia del padre es algo que muchos de nosotros tenemos en común, ya sea por su fallecimiento o por decisión propia, tener un padre ausente tiene consecuencias negativas innegables en nuestro desarrollo y personalidad.
Pero su ausencia no es una sentencia de vida, no es razón para pensar que estamos condenados a vivir con las consecuencias emocionales y sociales de no tener a papá, somos muchos más que nuestras heridas, y el proceso de sanación nos lleva a poder vivir con ello de la mejor manera, permitiéndonos ser nuestra mejor versión.
Así que aquí platicaremos un poquito de este proceso y de cómo liberarnos de la sentencia de la ausencia paterna o de los famosos «Daddy Issues».
Todos queremos ser aceptados y todos merecemos ser aceptados, es parte de la naturaleza del ser humano, pero la realidad de la vida, es que no es perfecta, y esta aceptación no siempre sucede. El rechazo es parte de la vida, sufrimos rechazo en la escuela, el trabajo, o grupos sociales, pero también recibimos rechazo en el último lugar donde quisiéramos ser rechazados:
En casa nos rechazan ya sea por nuestra orientación sexual, identidad de género, por defender nuestras ideologías, por religión, por otra familia, por razones económicas o simplemente somos rechazados sin razón alguna, solamente porque la otra persona no quiere estar en nuestra vida. Esta última es la razón por la cual Junio duele para mí.
El rechazo de la figura paterna tiene muchas consecuencias en nosotros. No tener a papá durante la niñez puede ser la causa de baja autoestima, de generar un hiper-apego hacia la madre o algún otro cuidador, miedo al abandono, también puede generar niveles altos de estrés que terminan afectando la corteza prefrontal teniendo esto consecuencias en nuestro rendimiento escolar, afectando la memoria, la autorregulación de emociones y todo esto en conjunto también afecta nuestras relaciones interpersonales.
Si estos síntomas no son tratados en nuestra infancia-adolescencia, podemos terminar siendo adultos que tendemos a tener relaciones tóxicas con codependencia por el miedo al abandono y baja autoestima, también hay una tendencia de seguir teniendo problemas en la autorregulación de emociones.
Por lo que podemos llegar a ser agresivos, poco tolerantes a la frustración y se ha visto en estudios también una mayor tendencia a la depresión y ansiedad en personas que crecieron en una familia monoparental.
Y no describo lo anterior para asustarnos y sentirnos sentenciados, sino para entendernos, y para ver que parte de nuestra vida está siendo afectada aún por la ausencia paterna. No podemos sanar algo que no vemos, y si nunca pasamos de la etapa de negación nos estamos privando de poder sanar a papá y poder a la vez sanar otras relaciones de nuestra vida.
Al final tendemos a recrear lo que conocemos como hogar, y si nuestro hogar fue disfuncional es muy probable que tengamos patrones que buscan repetirlo, por lo que es importante ser consciente de esto, para poder elegir y crear un mejor hogar para habitar como adultos.
Por mucho tiempo mi familia me decía que debería «soltar a papá» que «debería olvidarlo» y de seguro tal vez a ti también te lo han dicho pero, ¿cómo suelto a mi ADN? ¿Cómo se olvida algo tan importante como a un ser que comparte la responsabilidad de que yo esté viva? Es imposible, la respuesta no es olvidar, sino reconocer, enfrentar y sanar.
La ausencia de mi padre era como una tinta que había manchado casi todo en mi vida, desde mi autoestima de niña, hasta mis relaciones fracasadas de adulta, todo tenía su nombre, me sentía la representante oficial de los «daddy issues».
Me volví hiper-independiente y me costaba confiar en otras personas y recibir ayuda. Por años lo único que hice fue «ignorar» a papá, enterré mis sentimientos y todo lo relacionado a él. Y claro como ya sabemos, no se puede huír del dolor, solo podemos procesarlo. Es la única manera de sanar. Pero, ¿cómo se supera el rechazo de tu padre? ¿Cómo sanar esta herida?
Proceso de sanación
Cada historia y persona es diferente por lo que no me atrevería a dar una receta genérica para esto, pero lo que sí quiero es compartir son acciones que ayudan en el proceso de sanación. Y antes de todo quisiera que te sientas muy acompañado en este proceso ya que en México el 40% de los hogares no tiene un padre presente (INEGI,2023) así que somos 11 millones de personas aproximadamente que tenemos esta herida en común. No estás solo.
1. Identificar la herida
Cuando estamos enfermos lo primero que nos pregunta el médico es ¿qué síntomas tienes?, ¿dónde te duele?, ¿qué cosas te ha impedido hacer tu malestar? Y es así como se va haciendo un mapa para poder encontrar qué padecimiento tenemos. No podemos llegar con el doctor sin saber a qué vamos o que sentimos físicamente. Es lo mismo con las heridas emocionales.
Lo primero que debemos hacer para sanar es voltear a vernos con una honestidad cruda y decir «aquí me duele», «esto me afecta», «esto no se siente bien», «me cuesta trabajo esto y aquello», etc. Tenemos que voltear a ver nuestra herida, aceptarla, reconocerla y validarla.
Este paso podría ser la primera vez que alguien valida tus emociones respecto a papá por lo que puede ser doloroso pero es muy importante que valides las emociones de ese niño o niña que vive aún dentro de ti. También esto te ayudará a ver en qué áreas necesitas trabajar.
2. Buscar ayuda
Ya con el conocimiento de tu herida lo ideal es comenzar a a tratarla en terapia, ya sé todo mundo dice «ve a terapia» pero la realidad es que ir a terapia no es algo fácil, tanto por el costo económico como por la carga emocional fuerte que implica, así que es una decisión y un compromiso grande con nosotros mismos.
Ir a terapia es liberador, sanador, pero también es doloroso, sobretodo cuando estamos trabajando con heridas que han estado ignoradas por mucho tiempo, nos cuesta abrirlas nos cuesta perdonar y perdonarnos. Ir a terapia es de valientes y es el actor de amor más grande, es el mejor autoregalo que nos podemos hacer.
Recuerda que hay muchas líneas de ayuda, si por ahora no te es posible ver a un terapeuta, un gran primer paso es hablar con una persona que confíes mucho, con amigos, o con familiares y empezar a expresar cómo te sientes y validar tus emociones.

3. Empatiza con tu padre
Esto no quiere decir que justifiques su comportamiento, sino que te des la oportunidad de observar la historia de papá y poder entender su conducta, ¿por qué es como es? ¿qué lo marcó en la vida? Así verás que acontecimientos lo orillaron a tomar esa decisión.
Este paso es muy sanador ya que podremos entender que no es algo personal, que el dolor que sientes no fue planeado por él, sino que es la consecuencia de toda una cadena de acciones que lo llevaron a actuar como lo hizo. Al final nuestros padres también fueron niños, también tuvieron padres que los marcaron y también tienen heridas que posiblemente no han podido sanar.
En lo personal, cuando conocí la historia de mi padre fue una gran alivio ya que mi rabia y coraje se transformaron en compasión y entendimiento, quería abrazarlo, quería darle todo mi amor, y ese sentimiento de amor y compasión me ha acompañado toda la vida con su recuerdo, entendí que no era yo el problema, era él y su vida lo que lo habían alejado de mí. Por primera vez me sentí libre de culpa.
Entender de dónde venía mi papá me salvó de ser una niña y una mujer enojada y rencorosa con su padre, me salvó de ese sentimiento tan pesado y triste. Entender de dónde vienen las personas que nos han dañado ayuda bastante con dolor y la decepción. No pueden darnos algo que no tuvieron.
Enfocarnos también en lo positivo
Al final estos actos nos pueden ayudar a perdonar y a llegar a ese momento donde aceptamos nuestra historia y estamos en paz en ella y con el hecho de que tal vez nunca recibiremos una disculpa, o que tal vez nunca se responderán las preguntas que tenemos, o que tal vez nunca sabremos qué paso y está bien.
Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Para mí ver lo positivo en esta situación me ha liberado muchísimo, puedo ver que la ausencia de mi padre me ha hecho una mujer muy fuerte, independiente y empática, a papá le agradezco la vida, la libertad que tengo de vivirla, le agradezco mis dones y mi familia extendida que me adoptaron a mí y mi madre como suyos.
Trata de buscar qué cosas positivas te dejó papá en la vida, puede ser un talento, una lección, un recuerdo, algo de tu físico o personas valiosas como abuelos, tios, hermanos,etc. Así vamos configurando nuestro cerebro para que no se centre solo en lo malo y que papá no solo tenga una connotación negativa.
Recuerda no comparar tu viaje de sanación con otro, todo sanamos a tiempos distintos, lo importante es estar mejor hoy que ayer, y tener mejores herramientas para enfrentarnos a la vida.
Por último quisiera agregar algunos libros que me ayudaron mucho en mi proceso: «Este dolor no es mío» de Mark Wolynn, «El plan de tu alma» de Robert Schwartz y el libro de «Cuando papá lastima» de Rayo Guzmán.
Y recuerda que la única manera de que las emociones negativas se vayan es sintiéndolas, si estas triste date la oportunidad de estarlo, acompáñate con amigos y familiares, expresa lo que estás sintiendo y verás como poco a poco este acompañamiento te ayudará a sanar y a que junio sea cada vez menos triste.
Te puede interesar:
5 prendas de papá que ahora son nuestras
20 frases cortas para dedicar y felicitar en el Día del Padre