La icónica actriz está entrando a una nueva etapa de su vida, donde su exterior refleja un proceso de sanación interior
La estrella improbable de la pasada Paris Fashion Week fue Pamela Anderson. No solamente por el hecho de que es una ícono consagrada sino porque, en una decisión radical, decidió asistir a los desfiles sin maquillaje. Un poco de aceite de rosas y máscara de pestañas es lo único que se aplica en el rostro, oficialmente la rutina de belleza más sencilla posible.
Su maquillista de cabecera desde los años 90, Alexis Vogel, falleció de cáncer de mama en 2019. Desde entonces ella ha decidido dejar de usar maquillaje de forma paulatina. La pasada Semana de la Moda en París fue el primer gran evento en el que decidió abandonar la presión de adherirse a los estándares de belleza. Con esto se permitió el tiempo de disfrutar la ciudad y de sentirse más libre.
Es una forma revolucionaria de afrontar el envejecimiento en una industria que exige belleza y juventud eterna de las mujeres, al mismo tiempo que alaba hombres que envejecen como “un buen vino”. Pamela hace esto como un gesto simbólico que deja en claro que su valor como persona está en su identidad, su historia y experiencias vividas.
Desde entonces, Anderson ha seguido esta misma actitud en otros eventos y proyectos. Recientemente apareció con la cara lavada en los Fashion Awards en un traje de Victoria Beckham. También protagonizó la campaña de Primavera-Verano 2024 de Proenza Schouler, fotografiada por Davit Giorgadze.
Pamela Anderson demuestra que la imperfección es bella y que vale la pena apostar por una misma y apreciar el paso del tiempo. A final de cuentas, estas son señales de sabiduría.
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