viernes, julio 26, 2024
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    Parte 3: Un recap de New York Fashion Week

    Marc Jacobs y Thom Browne están en su propia liga a la hora de hablar sobre la moda Americana…

    Jacobs, «nuestro rey», está en un nivel tan exclusivo que su pasarela tomó lugar una semana antes del inicio de la Semana de la Moda Neoyorkina

    El diseñador, cuya humildad es su gran fortaleza, recibió en el Park Armory a sus invitados citando a la reciente fallecida, pero inmortal, Vivienne Westwood con la siguiente cita: «La moda mejora la vida. Y creo que es algo hermoso y generoso que hacemos  para otras personas».

    Siendo éste el epígrafe del desfile, vale decir que fue como una especie de memorial no sólo para la influencia de la Sra. Westwood, sino también el poder y la promesa del gran vestir, y así lo vimos en la valla de formas del gran vestir que tuvimos el placer de presenciar

    Marc Jacobs

    Bajo el título «Héroes», entre el silencio y la oscuridad del espacio, una violinista tocando las notas de «Knee Play 2» de Philip Glass y deliciosos destellos de luz, la pasarela inició con una chaqueta estilo cargo de aspecto destartalado y una falda brillante plena de cristales de Swarovski, envuelta en una yuxtaposición «al revés», característica Westwood. Así la bienvenida a la era del Westwood-ism por Marc Jacobs.

    Volviendo al argumento que su humildad y gran fortaleza, Jacobs no solo honró a una gigante  de la moda y lo que ella representa para aquellos que piensan un poco diferentes, como logró una línea de confección moderna, fiel a su identidad, a la tendencia y a lo que es nuestra historia

    Botas de plataforma, brazos cruzados en guantes de ópera de cuero, hombros envueltos en estolas acolchadas, ropa arrugada y enrollada en recuerdos de vestimenta cortesana, piel sintética, trabajo de parches y mucho terciopelo. 

    La ingeniosa confección de las mangas en nudo alrededor de diferentes partes del cuerpo para crear caída y volumen; las chaquetas que se usan al revés, de adentro hacia afuera y de atrás hacia adelante (algunas de ellas como faldas) es pura moda

    La genialidad de lineage creativo (algo que nos da mucho que pensar ya que es posible sin usurpar) es lo segundo más importante de esta colección, que al final es el amor y respeto entre colegas y honra al legado por parte de uno hacia a la que ya no está. 

    Thom Browne

    Por otra parte, el príncipe de la moda Americana ofrece una nueva teoría. Una interpretación filosófica que le da suma importancia a la imaginación cuya estética genera nuevas e innovadoras siluetas. 

    Un show que empezó 40 minutos tarde, a la espera de un invitado especial, nos permitió ver cómo ocho toneladas de arena se transformaban en un desierto gigante en forma de un reloj con una avioneta de tamaño real estrellada en el medio, bajo un universo de planetas y estrellas, increíblemente hermosa versión de Browne de «El Principito» de Antoine de Saint-Exupéry.

    Una ópera de la moda en cinco actos presentó una rafaga de confecciones teatrales cuyas capas son la epítome del textil y de la moda: 

    Primero llegó la piloto, con un traje de vuelo acolchado que se le despegaba de los hombros y se le hinchaba en los muslos; seguido por la «principita» ya que en realidad en el mundo de Browne, «género» es una palabra sin sentido.

    Ésta vistió un midi bordado en lingotes de oro, debajo de una chaqueta gris, a continuación los actos pertinentes a la historia reinterpretados en la moda (reyes, naipes y plumas de pavo real). 

    El acto más prominente sin duda fue la procesión de modelos con relojes en ellos (Los Adultos). Vimos relojes debajo de chaquetas cuadradas, abrigos con hombros salientes en tweed, bolso con un reloj incrustado en el medio al igual que tacones con relojes.

    Al final, después de que un ángel en una nube blanca rescatara al principito(a) de la soledad, los grupos volvieron a desfilar, esta vez el cobertizo con trajes combinados, sencillos vestidos de tweed: cuello redondo, manga larga, hasta la pantorrilla y botones dorados en la espalda. 

    La verdadera brillantez de Thom Browne va más allá del entretenimiento y el teatro, siendo meritoria la capacidad de reconciliar los polos aparentemente antitéticos de líneas mínimas y fabricación máxima y hacerlo un atuendo funcional. 

    Jacobs y Browne puede que sean el clímax en la perfección de la creación hecha función a la hora del vestir, lo loable es que bajo la tutela del nicho de diseñadores americanos cumplieron la premisa del pensar y crear yendo más allá al elevar su moda a un sentimiento más importante que la mera comercialización.

    Por primera vez en mucho tiempo en su totalidad (no en el individualismo estelar) la moda de New York importa.

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