Parece imposible, pero con paciencia y resistencia es posible alejarnos de los pastelitos y bebidas dulces.
Debo admitir que de vez en cuando bajo al refri de mi cocina para comerme un chocolate o tomarme una Coca-Cola, y es que en medio de la madrugada puedo sentir una necesidad de comer cosas dulces para quitarme el hambre y el antojo. Sin darme cuenta, esa “rutina” ha estado presente desde hace meses y me hace preguntarme: ¿cómo puedo reducir mi adicción al azúcar?
Parece imposible que exista un momento en mi vida donde no se me antoje algo que no sea saludable, pero más allá de querer privarme de las delicias de la vida, es cuestión de regular esos antojos intensos. Rápidamente se puede caer en una espiral infernal, desde el desayuno hasta la cena, pasando por las comidas, los postres o los refrescos. En definitiva, un dulce torbellino.
Pero detrás del término “adicción al azúcar” hay un sinfín de investigaciones médicas y profesionales que tienen sus opiniones sobre el tema. Para algunos, se trata más de “hábitos” que de “dependencia”.
Para saber dónde te encuentras en la escala de “adicción”, hay que empezar por diferenciar la glotonería de la pérdida de control. Juliette Hazart, adictóloga y nutricionista, comenta que a nivel cerebral, incluso si una persona es consciente de que no debe ceder a la tentación, experimentará este impulso, manifestándose como una necesidad casi irreprimible y/o pensamientos intrusivos.
Dependiendo de los perfiles y de la intensidad de la “adicción”, los métodos para regular el consumo de azúcar pueden variar. En los casos más “intensos”, se recomienda la intervención de un profesional de la salud: esto puede incluir pruebas de sangre y un adecuado reequilibrio dietético para frenar mejor este fenómeno.
Pero para las personas que todavía pueden mantener el control aunque les cueste, y están tratando de utilizar herramientas para regular los antojos, esta es una lista ideal para ti.
El azúcar está en todas partes: aprende a detectarlo
Aunque hayas decidido dejar la Coca-Cola, una de las bebidas que contienen más azúcares, si no sabes cuáles son las otras bebidas y alimentos que tienen azúcar escondida entre sus etiquetas, entonces el progreso será el mismo y te estarás haciendo sufrir sin motivo alguno.
No solamente se trata de no comer papas mientras vemos una película o reducir la cantidad de refrescos, sino de conocer qué es lo que estamos comiendo durante todo el día. Los impulsos pueden surgir por un consumo ya elevado de azúcar porque “el azúcar engendra azúcar”.
De acuerdo a los consejos de los doctores, es importante que aprendamos a leer las etiquetas y recordar los nombres que terminan en “osa” (glucosa, sacarosa, etc.). Si el azúcar está entre los primeros tres ingredientes de la lista, es porque el producto contiene mucha.
Tampoco son recomendables los productos “bajos en grasas”, en los que los fabricantes sustituyen el azúcar por edulcorantes como el aspartamo. Por un lado, los edulcorantes son muy controvertidos y sus efectos sobre la salud no son suficientemente conocidos y, por otro lado, contribuyen a perpetuar el gusto por lo dulce.
Opta por lo casero
Recuerdo que por mucho tiempo me costaba cocinar ya que la idea de preparar comida casera implicaba gasto de energía y tiempo. Siendo honesta, tampoco soy una gran cocinera, así que no me terminaba gustando lo que preparaba. Pero en esta lucha por reducir la ingesta de azúcar, lo que uno hace con tiempo y dedicación termina siendo mejor para la salud a largo plazo.
Es recomendable elaborar nuestros propios snacks o postres para sustituir gradualmente los alimentos procesados y azucarados por alimentos endulzados naturalmente. Existen otros ingredientes que también le dan sabor a nuestra comida, como la canela, el extracto de vainilla y la almendra en polvo.
Cuida tu microbiota y tu placer alimentario
No se trata de odiar el azúcar y huir de ella para nunca consumirla. Cortarla inmediatamente de nuestra dieta puede ser contraproducente ya que, mientras aguantamos por un tiempo la necesidad de comer algo delicioso, podemos tener recaídas que nos lleven a atracones intensos.
El placer es parte integral de una dieta saludable. “Si nos decimos que tenemos derecho a comer productos dulces, no querremos comer demasiados”, explica Fabienne Pommera, dietista-nutricionista especializada en alimentación intuitiva. «El azúcar no es una droga, sino un alimento, que puede ser bueno para el organismo si se toma en las proporciones adecuadas», añade.
No es cuestión de evitar disfrutar de un cuadrado de chocolate con el café o privarse del postre para tener la conciencia tranquila.
Conocer nuestro cuerpo también es muy importante, ya que algunos señalan que los antojos de comida pueden tener su origen en un desequilibrio de la microbiota intestinal. Los expertos descubrieron que un desequilibrio o deterioro en la flora puede conducir a una necesidad excesiva de consumir alimentos azucarados.
Mejora tus hábitos diarios
La manera en que llevamos nuestra vida diaria también influye en la cantidad de antojos que podamos tener. Es importante tener una hidratación adecuada, beber suficiente agua para reducir la necesidad de consumir azúcares.
El descanso es una de las partes más importantes para mejorar cualquier aspecto de nuestra salud, ya que la falta de sueño puede afectar las hormonas que regulan el hambre y aumentar los antojos.
También es importante entender nuestros antojos y analizar en qué momentos del día nos da más hambre y de qué productos en específico, para poder encontrar patrones y tener una estrategia de cómo manejarlos. Si nos da hambre en la noche, tener al lado de nuestra cama una bolsa de snacks nutritivos puede ser una buena opción.
Cuando una persona tiene una alta adicción al azúcar, no puede solucionarlo de un día para otro. Es complicado iniciarlo, pero cuando se es constante, progresivo y se tiene paciencia con uno mismo, podemos reeducar nuestro paladar.
Yo entiendo mejor que nadie que en esta época de calor no hay nada mejor que tener una Coca-Cola fría, pero tal vez lo ideal sería tratar de ir a nuestra cocina para servirnos un vaso de agua.
Texto original: ARIANE DE WILDE
Traducción: Bianca Cosulich
Artículo originalmente publicado por Marie Claire Francia
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