Probablemente has escuchado su nombre, o deseado una de sus piezas. Sin embargo, la duda persiste: ¿Quién fue Jean Schlumberger?
Tiffany Céleste, la colección Blue Book 2024 de Tiffany & Co. Hace referencia a un nombre que hasta ahora se había mantenido en mi perfieria: Jean Schlumberger. La directora artística de la firma, Nathalie Verdeille, se inspiró en creaciones de Schlumberger con motivos cósmicos para evocar el fulgor de las estrellas con la más pura expresión de la alta joyería.
Sin embargo, cada vez que veía una de las creaciones de Tiffany con este nombre al hojear revistas o leer sobre los looks de las celebridades en Instagram me surgía una incógnita pasajera: ¿Quién es Jean Schlumberger? ¿Qué hizo y por qué se siguen lanzando nuevas creaciones con su nombre? Más allá de ideas que tenía sobre el mítico nombre, lo que descubrí es más bien la historia de alguien que se enamoró de la naturaleza.
Los orígenes de un mito
Jean nació en Francia en 1907, entre textileros de profesión. Naturalmente su vida se encaminó a la moda. En los años 30 frecuentaba los círculos sociales cosmopolitas de París, encontrando joyas (no literalmente) en mercados de pulgas. Transformó una lámpara victoriana de porcelana de Meissen en broches florales que se convirtieron en un éxito rotundo. Diana Vreeland fue una de sus más grandes fanáticas al comienzo.
Así fue como llegó al atelier de Elsa Schiaparelli en 1937. Ella le encomendó la tarea de crear todos sus botones y bisutería. Probablemente es aquí donde nace el gusto por líneas orgánicas. Una de sus citas más celebres hace referencia a esto: “Intento que todo se vea como si estuviera creciendo, desigual, al azar, orgánico, en movimiento.”
Schlumberger y Tiffany, un matrimonio perfecto
Pronto vendría un momento histórico que no daría espacio a la creatividad e ilusión de la joyería. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se traslada a Nueva York para comenzar de nuevo con un estudio personal. En 1956, Walter Hovig, presidente de Tiffany & Co., le pide convertirse en vicepresidente y así comienza uno de los capítulos más extraordinarios de la firma americana.
Schlumberger era autodidacta, así como Dior o Balenciaga. Sus diseños los trazaba en papel calca con pluma y tinta china. Luego los traducía a la vida real con las gemas más preciosas que ofrece la tierra.
Uno de sus primeros encargos fue montar el legendario Tiffany Diamond, un diamante amarillo de 128.54 quilates adquirido por Charles Lewis Tiffany en 1878. Para la ocasión diseñó el collar Ribbon Rosette, un intricado diseño de “listones” de oro y diamantes que Audrey Hepburn usó para el póster de Breakfast at Tiffany’s.
A lo largo de su vida exploró la naturaleza en Bali, India y Tailandia para encontrar inspiración. Así fue como creó piezas que ahora siguen en el léxico de la firma. Hoy se le reconoce por revivir el arte del esmaltado paillonné, una técnica donde se aplica esmalte translúcido sobre láminas de oro.
En 1995, para la retrospectiva del Musée de Arts Décoratifs en Paris, se montó el Diamante Tiffany en otra de sus piezas emblemáticas, el Bird on a Rock. Otras de sus piezas icónicas como el anillo Sixteen Stones o el broche Apollo (que inspiró piezas de la nueva colección Blue Book) todavía perduran como piezas favoritas de la marca, su diseño trasciende tendencias con una inspiración personal.
No por nada Jackie Kennedy y Elizabeth Taylor eran fans de sus creaciones. Sus brazaletes brazaletes Croisillon se ganaron el apodo de la primera dama más recordada del mundo. Así Schlumberger escribió su nombre entre las estrellas.
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