Rindiendo homenaje al glamour clásico del cine de los años 50, Tessa Ía de la mano de Ferragamo protagoniza este shoot con una estética inspirada en las divas de la época dorada de Hollywood. Capturando su elegancia atemporal y su fuerza contemporánea, Tessa reinterpreta la nostalgia con una mirada moderna.

Aunque para muchos es inevitable asociarla con un linaje artístico (hija de Nailea Norvind y parte de una familia ligada a la actuación), Tessa nunca sintió que tuviera que romper con ese legado para encontrar su voz.
Al contrario: ‘Creo que muy temprano en la vida supe que quería trazar mi propio camino‘, comparte. ‘Siempre viví con mi voz, con mis ideas claras… Más allá de apoyarme en el hecho de que vengo de una familia artística, para mí la exploración siempre ha sido algo muy personal‘.
Esa claridad la acompaña desde niña, cuando ya intuía que el arte, lejos de ser una herencia impuesta, sería su forma natural de habitar el mundo.
Hoy, con proyectos musicales y cinematográficos que hablan con su lenguaje, reafirma esa intuición cada vez que elige cómo, cuándo y con quién compartir su arte.
El valor de la cama: vínculos de suman luz
En un mundo donde la velocidad, la exposición y el ruido digital parecen ser la norma, Tessa Ía se ha vuelto protectora de la paz. ‘Lo que más valoro hoy en mis vínculos es la tranquilidad. Estar rodeada de personas luminosas que comparten desde un lugar sereno’, confiesa.
Y aunque admite que en otro momento pudo haber romantizado ciertos vínculos oscuros, hoy su brújula emocional apunta en otra dirección: ‘Ya me di cuenta de que lo que más valoro es compartir desde un lugar tranquilo‘.
Ese filtro, el de la paz, se ha convertido en su criterio para elegir qué vínculos conservar, qué espacios habitar y cómo crear. En sus palabras, ‘las personas con quienes compartes desde un lugar sereno terminan siendo las que más te transforman’.

Surrealismo Emocional
Cuando le preguntamos cómo imaginaría el moodboard visual y sonoro de su próximo álbum, Tessa responde con una poesía que sorprende: ‘Huele a petricor‘, dice, casi sin dudar, y añade: ‘Musgo, rocío matutino […] esas gotitas que están en las hojas al amanecer’.
Pero no todo es naturaleza pura. En su mente, ese jardín es también digital: ‘Me imagino un jardín mecánico, hecho de píxeles, de cables […] como si lo hubiera diseñado una inteligencia artificial’.
En ese contraste, la naturaleza viva y la frialdad del código, se teje la estética de su nuevo universo creativo: ‘Hay una cosa surrealista, posmoderna, que mezcla lo orgánico con lo digital’. Esa sensibilidad híbrida no es solo una cuestión visual, también es un reflejo de cómo vive la inspiración: ‘Me inspira todo. Desde una flor que crece en el asfalto, hasta mi propia voz interior. Todo es un reflejo de lo que vivo y siento‘.
Privacidad como santuario
Aunque es una figura pública, Tessa ha aprendido que no todo debe mostrarse: ‘Tengo que respetar lo que he construido como el santuario que es’, afirma. Esta decisión de resguardar su vida privada no fue inmediata: ‘Al principio me sacaba de onda dejar de compartir, porque ya era un hábito’.
Pero con el tiempo entendió que ‘tu vida no tiene que compartirse para ser bonita’. Hoy ve su privacidad como el behind the scenes de su existencia: ese espacio invisible que, aunque no se ve, sostiene todo lo demás: ‘Disfruta el camino, no solo la meta…’ lo había escuchado mil veces, pero no lo entendí hasta que empecé a vivirlo de verdad’, confesa.

Narrativas que sanan: De hacer a simplemente ser
En esta etapa de su vida, Tessa Ía está reescribiendo una narrativa personal profunda: ‘Antes creía que mi valía venía de las cosas que hacía. Y aunque eso me ayudó a sacar adelante muchos proyectos, también me di cuenta de que no es lo más importante‘.
Ahora, su foco está en aprender a estar: ‘Hay algo muy poderoso en simplemente ser’, afirma. Esa filosofía la acompaña también en su música y en su forma de trabajar.
No se considera la voz de una generación, pero entiende la resonancia que puede tener su arte: ‘Yo solo puedo hablar desde mi experiencia, pero si alguien se siente resguardado en lo que hago, eso es muy bonito’.
Transformaciones suaves y días perfectos
De todas las experiencias que han marcado su camino, hay una que menciona con especial ternura: adoptar a su perrito, Meteoro: ‘Nunca esperé hacerlo y me ha transformado. Ahora tengo que estar bien por él, para él. Cambian tus prioridades’.
Y si hablamos de días perfectos, no es difícil imaginar el suyo: despertar en su cama con sus animalitos, caminar con Meteoro, tomar café en la esquina, leer, cocinar para sus amigas, jugar Nintendo, contemplar las flores desde la terraza y dormirse temprano: ‘La vida se trata de eso: contemplar, oler las flores, mecerse en la hamaca. Yo a las diez ya estoy en la cama. Buenas noches’.
¿Una superstición? ‘No hablar de los proyectos hasta que salgan. Porque si no, no salen’. ¿El olor que la devuelve a casa? ‘El de la madera quemada‘.
En cada respuesta, Tessa Ía deja entrever que su arte no es solo lo que vemos en pantalla o escuchamos en un disco. Es la suma de sus silencios, de todo lo que elige proteger del ruido.
Tessa no necesita gritar para hacerse escuchar. Su arte, como su vida, encuentra poder en la sutileza y en la belleza que se esconde en lo simple. Porque en un mundo que corre, ella elige contemplar.

#TessaÍaEsMarieClaire
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Créditos:
Director Editorial y realización: Gerard Angulo / @gerardangulo
Fotografía: Frances Rou / @frances.rou
Maquillaje: Emilio Becerril / @emmimua
Peinado: Carlos Arreola /@carlosarriolahair
Asistente de fotografía: Héctor M. Murillo
Auto: Chucho Bel-Air / @chuchobela
Texto: Nancy Estrada / @_nancyestrada