La película del año nos sacó más de una lágrima, una carta de amor para nuestro puberto interno.
Así como la película de Barbie creó un mundo rosa, la producción de Intensamente 2 nos tiene viendo colores. Aparte de los memes que se han viralizado, nuestra segunda parte favorita son los mensajes y lecciones que este film ha dejado a los más grandes y pequeños, rompiendo la barrera generacional y dándole cara a nuestra peor enemiga, la ansiedad.
Si pusiste atención, te diste cuenta de que no hay nada malo con sentir nuestras emociones. Al contrario, desde la primera película, Alegría nos pide que demos espacio a la tristeza y, en su segunda entrega, nos enseña a amar cada una de las partes de nuestra esencia.
Lecciones de Intensamente 2
Las emociones son complicadas
En la primera cinta nos presentan a Alegría, Tristeza, Enojo, Desagrado y Miedo, sencillas y fáciles de identificar. Pero en la segunda parte tenemos a Ansiedad, Envidia, Vergüenza y ¿Ennui? Cuatro personajes que hasta el día de hoy no sabemos cómo explicarle concretamente a nuestro psicólogo.
La presencia de estas emociones nos recuerda que no todo es blanco o negro. Somos personas complicadas e intensas, cambiantes y molestas y por eso, en especial si convivimos con adolescentes, hay que ser empáticos y amables. Ellos tampoco saben gestionar sus sentimientos.
Abrazar cada una de nuestras emociones
No importa lo incómodo que sea o lo molesto que parezca, cada emoción es importante y su presencia (si es correctamente regulada) está aquí para ayudarnos. Cuando reprimimos las emociones tenemos beneficios momentáneos y consecuencias eternas.
Darles espacio, respirar, llorar, enojarnos y expresarnos es parte de la vida, lo que define nuestra esencia. Fingir que no sentimos nos aleja de nuestra humanidad.
Darle la bienvenida a la ansiedad
No voy a mentir, hubo momentos en la película en los que ver al personaje de Ansiedad me daba ansiedad. Su manera de sobrepensar y analizar se sintió muy personal y solo esperaba el final para que me dieran la clave para eliminarla. Pero sucedió lo contrario, esta emoción jamás se va a ir.
Pero no hay que estar ansiosos, el verdadero motivo por el que aparece es para ayudarnos a cumplir sueños, conseguir objetivos, movernos, prepararnos y razonar. La ansiedad no es mala, nuestra gestión es incorrecta. Aprender a vivir con ella nos hará mejores personas y, si necesitas ayuda (como Riley cuando llegue a tener a su primer «casi algo»), buscar terapia siempre será el mejor camino.
No estamos solos
Esta lección la comprobamos una vez terminada la película cuando, a nuestros alrededores, los únicos que lloraban eran los adultos. Ese torbellino de emociones, ataques de ansiedad y miedo al futuro lo vive toda una generación. ¿La mala noticia? No eres la única persona del mundo que tiene una ansiedad extrema. ¿La buena noticia? Todos estamos tratando de controlarla. Refúgiate en tus amigos y familia, en tus hobbies y sueños, recordando siempre que la batalla por una buena salud mental es continua.
Nuestros errores no nos definen
Desde que aparece en pantalla, Riley se equivoca una y otra vez. No fue buena amiga, rompió las reglas, incomodó a las personas, tuvo envidia, fue insegura, tuvo su primer ataque de ansiedad, era irritable y olía raro. Todo esto, por más que le avergonzara, era parte de su personalidad.
Nos vamos a equivocar tantas veces en la vida que la ansiedad se apoderará de nosotros, pero son estos errores humanos los que nos hacen ser únicos. Perdónate, perdona a los demás y sigue avanzando por la vida con intención de aprender.
Ya conocimos a Riley en su niñez y su pre-adolescencia. ¿Qué nuevas emociones crees que salgan ahora que sea un adulto y tenga que declarar impuestos? Pixar no se equivoca y una vez más logró plasmar en animaciones lo que pasa en lo más profundo de nuestros pensamientos.
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